¿Estamos preparados para la nueva Ley de Inclusión Laboral?




Uno de los grandes desafíos que nuestro país ha debido enfrentar desde hace décadas, es la incorporación de personas con capacidades diferentes a los distintos ámbitos de convivencia y desarrollo que hemos ido construyendo a lo largo de nuestra historia. De forma especial, a los entornos laborales. Esta reflexión cobra relevancia en momentos en que vivimos un cambio sustancial producto de una política pública de alto valor para Chile: la nueva Ley de Inclusión Laboral.

Esta iniciativa, cuya puesta en marcha se espera para diciembre de 2017, exige la reserva del 1% de empleos para quienes se encuentren en situación de discapacidad, pero que puedan desempeñar alguna labor, en organizaciones públicas y privadas con 100 o más trabajadores. Con este importante anuncio, 27.500 nuevas personas podrán acceder a un trabajo y mejorar considerablemente su calidad de vida.

Además de festejar este importante paso hacia la inclusión, esta ley también nos invita a analizar el nivel de preparación que tenemos o que debiéramos alcanzar, de manera de lograr que esta incorporación de los nuevos talentos sea fluida y ejemplar. ¿Contamos con accesos adecuados para quienes tienen movilidad reducida? ¿Está la información disponible en distintos formatos para aquellas personas con algún grado de discapacidad auditiva o visual? ¿Existen servicios sanitarios preparados para los nuevos integrantes de nuestra fuerza laboral?

Aún más. Esta normativa no solo nos exige ajustar nuestros espacios físicos, sino también que seamos capaces de realizar campañas de sensibilización, educativas, transversales y respetuosas, para que toda la organización se encuentre debidamente preparada. En términos simples: contar con jefaturas capaces de responder preguntas y crear un ambiente beneficioso para todos los colaboradores a su cargo. Por otra parte, los reclutadores -el primer acercamiento real de una persona con la empresa para la cual espera trabajar- deben pasar por un sistema de capacitación que les permita abordar las entrevistas de forma asertiva y empática, poniendo énfasis en las habilidades de cada postulante, lejos de prejuicios.

Cuando somos capaces, como organización, de acoger la diversidad de una forma abierta y transparente, incorporamos nuevos elementos a nuestra cultura y damos una muestra concreta que nuestra preocupación no está puesta exclusivamente en mejorar las ventas o alcanzar una mejor posición en el mercado. Por el contrario, nos transformamos en los agentes reales de la materialización de sueños de larga data para muchas personas que anhelan trabajar, pero que, hasta ahora, simplemente no tenían cómo ni dónde.

Todavía estamos a tiempo de poner esta discusión sobre la mesa y tomar las medidas que sean necesarias. Sólo se requiere consciencia y voluntad para que nuestro lugar de trabajo sea el espacio en donde nuevos hombres y mujeres puedan realizarse y contribuir desde sus experiencias y conocimientos al funcionamiento diario de una empresa. Con esta ley, y con lo que podamos aportar desde el ámbito del trabajo, avanzaremos en la tarea de convertirnos en un mejor país, más inclusivo y humano.

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