El foco de la reforma previsional




La idea de aumentar la cotización de cargo del empleador apareció al final del gobierno de Piñera y hubo consenso transversal en torno a avanzar en esa dirección. Este gobierno no pretendía realizar una reforma, pero la realidad de las bajas pensiones se impuso. Dada la gravedad de la situación, debemos celebrar que tengamos un proyecto razonable. La mala comunicación del informe de productividad no invalida esta conclusión.

La oposición critica la propuesta diciendo que resulta incomprensible que no se incremente el Pilar Solidario porque las pensiones básicas son muy bajas. ¡Es evidente que son bajas! Pero, ¿quiere esto decir que nunca más podremos hacer reformas, salvo incrementar el Pilar Solidario? Sería ridículo.

Los sistemas de pensiones deben dar solución a dos problemas relacionados, pero distintos. El primer problema es prevenir la pobreza en la vejez cuya métrica para medir éxito es cuánta población sobre 65 años vive en condiciones de pobreza. El segundo problema es mantener la calidad de vida entre la etapa activa y la pasiva de la vida. Desde la perspectiva de un economista, esto se refiere únicamente a que la persona tenga capacidad financiera para mantener un cierto estándar de consumo. La métrica para evaluar el logro de este objetivo se llama "tasa de reemplazo" que se define como la relación entre la pensión que obtiene la persona como alguna proporción de su ingreso previo al retiro.

La prevención de la pobreza fue el objetivo de la reforma de 2008 y los resultados han sido exitosos. Según la encuesta Casen la pobreza entre los mayores de 65 años se ha reducido de un 16,5% en 2006 a un 6,6% en 2015. El instrumento para mejorar las pensiones más bajas es el Pilar Solidario y si hubiera recursos habría que inyectárselos. ¿De dónde los sacarán Piñera y Guillier? En este último caso no lo sabemos. En el primero sí: reduciendo la extensión de la gratuidad universitaria solo al 50% y apostando a un incremento en el crecimiento (opción que merece legítimamente el calificativo de "apuesta"). Este gobierno ya incrementó el Pilar Solidario cuando aumentó la Pensión Básica Solidaria.

Esta reforma focaliza sus esfuerzos en el segundo objetivo: la mantención del estándar de consumo entre las fases activa y pasiva de la vida. Es una opción justificada porque las tasas de reemplazo son inaceptablemente bajas para el 60% de la población. Por ejemplo, entre el segundo quintil más pobre y el cuarto quintil más rico, las tasas de reemplazo son 55%, 41% y 35% respectivamente. Estos números son bajos porque usualmente se usa como meta un 70%. Este problema requiere urgente solución y es al cual se aboca la reforma.

Algunos plantean que este 5% debiera ir íntegro a la cuenta individual. Esto no resuelve el problema de bajas pensiones actuales. Por ejemplo, si se incrementa a 15% la tasa de cotización a una persona cuya cuenta individual obtiene una rentabilidad real del 4% anual y le faltan 10 años para jubilar, su pensión subiría solo 11,9% al momento del retiro. Para que su pensión subiera un 20%, que es lo que el gobierno propone como aumento hoy, deberá esperar 25 años.

Por el contrario, la propuesta permite incrementar las pensiones dicho 20% hoy. Para la clase media, los 25 años que separan los efectos de la propuesta del gobierno y la de Piñera hacen que la primera sea más eficiente, justa y fiscalmente responsable en términos del incremento de pensiones para el grupo de la población que más lo necesita hoy. Se podría mejorar, pero sería un error dilapidar esta oportunidad.

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