Gatlin, el villano




Muy pocos pudieron prever un final como el del sábado en Londres. Ni el guionista más osado hubiera podido adelantar una derrota como la que sufrió en su despedida Usain Bolt. Ciertamente, la final de los 100 metros planos en el Mundial de Atletismo de Inglaterra no ensombrece la leyenda que el jamaiquino construyó desde que debutara ganando una medalla de oro en el Mundial Junior de Atletismo en 2002. Sin embargo, eclipsó el fin de fiesta, tanto por la sorpresa de la derrota como por el hecho de que ésta fuera a manos del villano del atletismo de velocidad: Justin Gatlin.

Lejos de haber sido vencido por una promesa del deporte, Bolt fue derrotado por un hombre al que había ganado prácticamente todas las veces que debió enfrentar, y que, a estas alturas, está en la parte culminante de su carrera. Con 35 años, Gatlin debutó en el profesionalismo antes de que el propio Bolt, y aunque obtuvo títulos resonantes -fue campeón mundial y olímpico-, debió vivir bajo dos sombras: la del propio Bolt y la del dopaje.

Antes de cumplir la mayoría de edad y tras participar en un campeonato juvenil en Estados Unidos, Gatlin fue sancionado con dos años de castigo luego que los controles detectaran el uso de anfetaminas por parte del corredor nacido en Brooklyn. Un año después de haberse consagrado como campeón del mundo, en 2006, dio positivo por el uso de testosterona. Debió ser castigado de por vida -con lo que su historia hubiera quedado sepultada tempranamente-, pero la Agencia Antidopaje de Estados Unidos acordó un castigo de ocho años, que luego fue reducido a la mitad.

Gatlin volvió y conquistó triunfos importantes. Por ejemplo, en 2012, fue campeón en 60 metros en el Campeonato Mundial Bajo Techo de Estambul. Y obtuvo, ese mismo año, una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Londres, quedando por detrás de Bolt y de Yohan Blake. Es más, poco tiempo después, el 6 de junio de 2013, venció por una centésima de segundo a Bolt, en el mitin de Roma, lo que significó la primera derrota del jamaiquino desde agosto de 2010.

Pero estas conquistas no consiguieron espantar del todo la historia negra que Gatlin había construido, al punto que cuando en 2014 fue nominado al premio del mejor atleta del año que entrega la Federación Internacional de Atletismo no fueron pocos los que manifestaron su discrepancia. Es más, el atleta alemán, lanzador del disco y triple campeón del mundo, Robert Harting, que también estaba nominado ese año, decidió retirar su candidatura aduciendo que: "Tengo personalmente un gran problema con este asunto. Siempre he pensado que los esteroides anabolizantes, como el resto de productos dopantes o los que favorecen ganar músculo, tienen un efecto a largo plazo sobre el cuerpo. Más largo que la duración de las sanciones por lo menos".

Y aunque Gatlin respondió que el hombre que se dopa una o dos veces no lo hace durante toda la vida, no pudo desarticular del todo las miradas incrédulas, las mismas que en la premiación de este sábado se convirtieron en sonoros abucheos una vez que el norteamericano se subió a lo más alto del podio, por encima de Coleman y Bolt.

Recordaremos a Bolt por los siglos de los siglos, pero nunca podremos dilucidar del todo si la victoria de ayer de Justin Gatlin fue la victoria de un resiliente -de un hombre que supo sobreponerse a la historia que había construido- o, sencillamente, el triunfo de la trampa por encima del talento.

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