Gente interesante




El interés que despiertan algunas personas tiene mucho de magia. Es una combinación precisa entre la manera de ser y la forma de ver las cosas. La personalidad, la actitud, la expresión, la parada, son fundamentales. Nunca un tipo apagado o aburrido ha sido interesante. Pero, dicho eso, la mayor clave, lo que hace realmente atractiva a una persona, es su forma distintiva de ver las cosas. Es gente que es capaz de sorprender, de conectar hechos de una manera singular y arrojar conclusiones llamativas.

Por eso, en general, un especialista pocas veces es interesante. Lo es por una o dos veces, pero a la tercera conversación, todo se vuelve monótono. En el otro extremo, están los charlatanes, esos que creen saber de todo, pero, en el fondo, no saben nada. Al final, la gente que provoca interés se ancla en algún saber -la historia, la economía, la filosofía, las leyes, el arte, la ciencia-, pero al mismo tiempo tiene intereses diversos .Y, en general, han leído, escuchado y visto mucho.

"Es lo que, aquí en Harvard, llamamos la educación del ojo y el oído", me dice un amigo mientras caminamos por la siempre majestuosa universidad. Y, por eso, no es raro que estos lugares sean la cuna de gente no solo inteligente, sino también muy interesante. Un sistema educativo que fomenta el debate, la búsqueda, el pensar crítico, desarrolla esa capacidad magnífica de ver y analizar las cosas de manera llamativa.

Pero todo esto no es solo patrimonio de las universidades. También del entorno, las ciudades. Un día en Nueva York puede ser más formador que cualquier postgrado o curso. Basta estar atento, saber mirar y escuchar. Está todo ahí. Por eso, los países desarrollados no solo son más ricos; también son más interesantes. Y su gente también.

Personas interesantes en Chile las hay, pero no abundan. De ahí que nuestras conversaciones son un poco chatas, llenas de lugares comunes. Pero hay excepciones. Arturo Fontaine, David Gallagher, Lucía Santa Cruz, Héctor Soto, Rafael Gumucio, son ejemplos de personas que pasan del mundo de la historia, la filosofía, la literatura a las discusiones públicas con un ingenio que sorprende. Incluso hay economistas interesantes, como Sebastián Edwards o Andrés Velasco, que tienen esa capacidad de salir de los números y entrar en las novelas o el arte.

La mayor parte de la gente interesante tiene varias cosas en común: han estudiado o vivido fuera de Chile. Les gusta viajar y conocer. Son grandes lectores, de ensayos, novelas y devoran los diarios. Van al cine, escuchan música, visitan alguna galería y museos. Les gusta comer y tomar. Su lugar ideal: la sobremesa luego de una buena comida. También son un tanto mañosos, a veces demasiado seguros, o dueños de la palabra. Con todo,

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