Gepe: extra azúcar




A comienzos del año pasado Gepe descartaba de plano pensar en un nuevo álbum. Estilo libre había aparecido en agosto de 2015 cosechando merecidas buenas críticas y sorprendiendo por explorar géneros como la bachata, guiños a Carlos Vives, y una mejora en el tratamiento de los ritmos del norte ya esbozados en GP (2012). Daniel Riveros, con 17 años de carrera musical desde los días de Taller dejao y una sólida discografía que transita desde lo indie a lo popular, alterna miradas sobre su obra. Ha dicho que las canciones que compone tras publicar un álbum (nunca deja de escribir) pretenden corregir los baches de lo recién grabado, como explicó en estas páginas ante el anuncio algo sorpresivo de este sexto título, que su intención permanente es "hacer un disco 100% nuevo". Ciencia exacta, publicado ayer, tiene la vara alta sea cual sea la opción.

Gepe, a la manera de un carpintero que se esmera en la perfección de sus piezas puliendo y barnizando, aspira a que sus canciones sean directas y radiables. En ese sentido estas composiciones llevan lo más lejos posible esa intención. Han sido trabajadas eliminando adornos y concentrándose en una especie de sencillez sin perder detalle en su manufactura. Pero algo ha sucedido por este deseo de ser más directo y pulcro. Ciencia exacta parece hilvanado como si cada título fuera parte de distintas secuencias claves de una teleserie, consonante a la profundidad dramática de esa clase de producto audiovisual. Gepe se revela muy enamorado en esta pasada, y cunde un poco de azúcar extra entre música y letras que se vuelve empalagosa.

Cristián Heyne figura por tercera vez como productor y si bien su calidad es indiscutida, la alianza muestra señales de desgaste y repetición. Su presencia no ayuda a Gepe a salir del atolladero melódico en el que se encuentra en este álbum, las voces nunca han sido un fuerte en la rúbrica de Heyne. Ciencia exacta suena tan macizo como endeble en dibujos entretenidos trazados desde la garganta. Gepe tiende a cantar todo más o menos parecido, como si fuera un chico algo amurrado al que le piden que recite una poesía a los tíos.

Hay reggae de salón en la partida con Hablar de ti, soft rock en Hoy, paisajes nortinos en Flor del canelo. Reitera su gusto por los títulos cortos y las descripciones cotidianas con énfasis en la comida casera, convertidas en parte de su identidad artística a estas alturas. Están los elementos de sus últimos años barajados sin mucha novedad. Para esa clase de panoramas existe el pop más comercial. De Gepe se espera otra cosa, una consistencia diferente. 

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