Un hoyo negro en el sol




UNO. Chris Cornell es un extraño caso de artista con todo a su favor, incluyendo el talento musical perfecto para el rock clásico, una voz sencillamente extraordinaria capaz de erizar la piel, y una facha que logró lo imposible, que las mujeres se sintieran atraídas hacia un género profundamente masculino. De las estrellas del grunge, solo Kurt Cobain lo antecedía en relevancia.   

DOS. El primer instrumento de Chris Cornell fue la batería. Esa habilidad con el dominio del tiempo y la cifra hacía de Soundgarden una banda de compleja técnica sin caer en la letanía del virtuosismo vacío. Kim Thayil, el guitarrista del grupo de Seattle, se veía en aprietos para seguir las métricas de canciones concebidas según una matemática impredecible.

TRES. Antes de que Soundgarden se consagrara con esa maciza oda de metal y hard rock llamada Badmotorfinger (1991), la voz de Cornell cosechaba elogios de tipos agrios y poco dados a las alabanzas como Axl Rose. Otros más templados como Geddy Lee de Rush veían en Cornell una esperanza para los años 90, una vuelta a las raíces con sello personal. En su garganta se trazaba un puente que nadie se había atrevido a levantar, la conjunción precisa entre la voluptuosidad carnal y la sensibilidad de Robert Plant en Led Zeppelin, y el espanto contenido en las cuerdas vocales de Ozzy Osbourne junto a Black Sabbath.

CUATRO. Chris Cornell nunca tuvo temor a los cambios. Él y su banda pudieron sucumbir a la tentación de repetir el batatazo de Superunknown (1994) pero decidieron ir más allá con Down on the upside (1996), cuando  los últimos Beatles y los primeros Pink Floyd se tomaron su cancionero en claves lisérgicas y melancólicas. Hizo otros virajes aún más radicales y cuestionados implacablemente como su intentona pop Scream (2009). Hace un par de años con Higher truth, Cornell ahondó en otras vetas que siempre estuvieron presentes en su camino solista o junto a Soundgarden, la canción folk y exploraciones en el soul. Todo lo hacía porque esa voz, aunque a veces rasgada por el abuso de agudos y gritos, aún era magnífica para enfrentar los géneros que le conmovían.

CINCO. Chris Cornell siempre cargó los fantasmas propios de su generación musical desencantada con una industria preocupada de fabricar estereotipos, mientras se abrían paso con un rock que buscaba respuesta en los clásicos y la moral del punk. Enfrentó periodos en que el alcohol se apoderó de su vida. A esta hora, en que los rumores de una decisión personal arrecian y se conjugan con el sino trágico de sus contemporáneos, un consuelo paradojal hace eco desde el coro de su canción más conocida, Black Hole Sun. "Hoyo negro en el sol ¿no vendrás y te llevaras lejos la lluvia?".   

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