Por justicia, erradiquemos la pobreza




El campamento Ribera Sur, se ubica en la comuna de Buin. Tiene una antigüedad de 10 años y en el lugar viven alrededor de 56 familias conformadas por areneros, temporeros y transportistas en su mayoría. No cuentan con áreas verdes ni espacios comunes, conviven con diversas plagas y aún existen casas sin acceso a servicios básicos como electricidad, agua potable y alcantarillado.

De acuerdo a nuestro último catastro, en nuestro país hay 702 campamentos en los que viven 40.541 familias. La cantidad de familias ha aumentado un 48% desde el 2011. Esta tendencia refleja la cruda realidad de Chile, donde las regiones de Valparaíso y Biobío concentran la mayor cantidad de campamentos, prueba latente de la pobreza más dura en nuestro país.

Actualmente, un 76% de estas familias no tienen acceso regular al agua potable, un 91% no tiene alcantarillado y un 48% no cuenta con acceso formal a la electricidad. Esta situación no nos puede dejar de brazos cruzados. No podemos permitir que algo tan básico como bañarse con agua caliente en las mañanas o tirar la cadena del baño para estas familias no sea posible.

En un día como hoy, pero hace 30 años, un movimiento de más de cien mil personas se congregó en la plaza de los Derechos Humanos y las Libertades en París, para conmemorar el primer día Mundial para la Superación de la Pobreza Extrema.

Cinco años después, en 1992, la ONU decidió declarar el 17 de octubre "Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza" y desde entonces los gobiernos, autoridades, integrantes de la sociedad civil y del sector privado se comprometieron a trabajar en conjunto para combatir la pobreza en cada rincón del planeta.

Debemos trabajar para que la erradicación de la pobreza no sea un gesto de caridad, sino un acto de justicia con todas esas familias que día a día han sido desplazadas por un sistema perverso que no les permite el acceso a una vivienda digna, salud y educación de calidad. Más todavía cuando el nivel de ingresos de nuestro país permitiría que de sobra todos pudieran aceder a ellos.

Nuestro trabajo, que hacemos semana a semana, es construir junto a las familias de campamentos y villas de blocks una sociedad donde todos se sientan parte, sin distinción de nacionalidad, sexo, creencia o ideología política. Hoy, más que nunca, debemos recordar esa movilización que reunió a miles de personas en el corazón de Francia para poder, con la misma convicción, lograr erradicar la pobreza de cada región del mundo. De esta manera, estaremos más cerca de la meta de construir un país menos segregado y de asegurar derechos sociales para todos y todas.

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