La agenda de Piñera




LA AGENDA de la Nueva Mayoría para los próximos meses parece estar clara: Piñera. En buenas cuentas será común que de tanto en tanto, ya sea por filtraciones, declaraciones o el reetiquetado de noticias ya conocidas, veamos que el cuestionamiento del expresidente estará en los medios. Hoy ello brinda un descanso a la Nueva Mayoría, después de meses y un verano lleno de debates respecto de cuándo, bajo qué fórmula y con quienes se celebrarán las primarias del PS, si la candidata de la DC irá a primera vuelta o enfrentará a otros pre candidatos en una primaria o, por último, el tema Cuba.

No hay que ser analista político para saber que las campañas negativas tienen efecto electoral, y más allá que la Fiscalía en sí no diga nada comprometedor para Piñera, la lectura es lo que importa, recordemos ese dicho que dice que el tono hace la canción y por lo tanto, el juego político se concentrará en la interpretación (hermenéutica) de los hechos, dichos y rumores.

En consecuencia, qué mejor escenario para la Nueva Mayoría que suspender las querellas internas y dedicar esfuerzos a la agenda Piñera.

A lo anterior, se debe agregar otro antecedente, el desafío que hace Goic a Guillier. En efecto, hoy Goic no parece disputarle al senador de Antofagasta su primacía, no obstante, sí constituye una amenaza. Si bien no sabemos si lo que se encuentra detrás de la candidatura de Goic es una estrategia de negociación parlamentaria, en respuesta al apetito que despierta el hecho de los 35 nuevos escaños complicando los protocolos de acuerdo, o si efectivamente se trata de un intento por fortalecer a la DC, en un escenario en el que, a diferencia de 2013 con Orrego, la figura de Guillier no parece incombustible ni abrumadora como lo era Bachelet. Goic es una amenaza porque Guillier parece algo estancado, su búsqueda de interpretación y conexión con el "sentido común ciudadano" antes de emitir juicios y opiniones lo hace lento al reaccionar políticamente (incendios, Cuba, etc.), lo que contrasta con Goic. Luego, qué mejor forma de evitar este enfrentamiento, al menos momentáneamente, que concentrarse en una agenda común: Piñera. No estando claro a quién favorece.

Pero todo esto ocurre en un contexto en que el gobierno no logra levantar la cabeza, al menos, en materia de popularidad, particularmente después de su desempeño con los desastres estivales (Supertanker, irregularidades, organización de la ayuda, etc.). Ello no ayuda a mejorar la popularidad de la coalición, que ya algunos anuncian que debiera incluso cambiar de nombre. En efecto, si bien sabemos que no necesariamente la popularidad del gobierno favorece su candidato, lo concreto es que un gobierno con baja popularidad tampoco parece ayudar. Más aun, si la necesidad de mostrar al electorado novedad, cambio y progreso pasa por distanciarse de éste.

En resumen, no resulta descabellado pensar que la campaña que se viene por delante estará empapada del deseo de horadar la figura de Piñera más que fijarse ejes programáticos. La pregunta, entonces, es si ello contribuirá al triunfo o simplemente será un derroche de energías, en un escenario carente de consenso político.

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