La cumbia de la unidad




Se han escrito ríos de tinta sobre el Frente Amplio. En particular, porque su comportamiento es distinto al de las coaliciones políticas tradicionales y, en especial, para tomar decisiones políticas. Su comunicado para definir su paso a segunda vuelta es inédito. La ambigüedad calculada y las frases propias de los movimientos estudiantiles y sus asambleas muestran que dentro de dicha coalición no hay algo parecido a conducción política. No hay mesa directiva ni comité central ni nada que se le parezca. Simplemente adhesiones, todas con el mismo peso y, por tanto, con baja capacidad de generar guías de conducta hacia sus adherentes.

La reacción inesperada a dicho comunicado que incluyó celebraciones en el piñerismo y críticas desde figuras públicas que apoyaron a Sánchez en la primera vuelta hizo que los rostros más importantes del Frente Amplio se desmarcaran de la ambigüedad. A manera de ejemplo, el diputado Vlado Mirosevic y el ex jefe de campaña de Beatriz Sánchez, Sebastián Depolo, fueron claros en la definición de su voto a favor del candidato oficialista.

El alcalde Sharp fue más lejos aún en desmarcarse del comunicado. Después de un acto con la Presidenta Bachelet que podría denominarse como la "cumbia de la unidad", no dejó lugar a interpretación alguna: votará por Guillier. La Presidenta logró con su sola presencia lo que los integrantes del comando de la Nueva Mayoría que se autodenominan cercanos al FA no hicieron en 10 días.

Pero el nuevo modo de construir posiciones por el FA debe ser analizado con cuidado. En el futuro Congreso tendrán una bancada de 21 diputados que serán importantes en la configuración de la mesa y las respectivas comisiones. Podrán dar la mayoría en comisiones investigadoras o simplemente abstenerse. Y en el Senado, aunque poseen sólo un integrante, no deja de tener valor. Tiene la capacidad con su voto de construir una mayoría en la Cámara Alta. Para tomar decisiones respecto a quién aliarse, no sirven las declaraciones ininteligibles.

El FA estará obligado a negociar, palabra prohibida en su léxico. ¿Entonces cómo actuarán en el futuro Congreso? Serán distintos si gana Piñera o si la Nueva Mayoría logra retener el gobierno con Guillier a la cabeza. En ambos casos seguirá la pugna entre quienes abogarán por la cumbia de la unidad con la Nueva Mayoría o quienes querrán seguir el camino de Podemos y hacer el "sorpasso" quitándole la preponderancia al actual oficialismo. En el escenario de que gane Piñera, el comunicado de entonces culpará a Guillier por no hacer lo necesario (que nunca es suficiente) para conquistar los corazones frenteamplistas. En el futuro Congreso, varios de los diputados elegidos por la Nueva Mayoría preferirán cambiarse de coalición y hacer oposición testimonial en conjunto con el Frente Amplio.

Un escenario distinto ocurrirá si gana Guillier. El FA ha declarado de todos los modos posibles que serán oposición a éste, lo que implica que no estarán sus votos disponibles para la agenda del gobierno, salvo en aspectos puntuales, como el matrimonio homosexual o la ampliación de la gratuidad. Pero nuevamente, para evitar la palabra negociación, su bancada tendrá que recurrir a comunicados ambiguos, declaraciones de principios, asignación de culpas a otros y otros recursos similares.

La Moneda de ese entonces tendrá una disyuntiva. O inventa nuevos ritmos para seguir bailando con el Frente Amplio, o va a la derecha a negociar los votos para así avanzar en su agenda legislativa.

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