La debacle de la DC




Hace cuatro meses la DC anunció a los cuatro vientos una candidatura presidencial propia, una lista legislativa propia y la inminente salida de la coalición oficialista. Se nominó a Carolina Goic como candidata y se comenzó a diseñar una planilla de candidatos a senador y diputado compuesta solamente con nombres de militantes. La idea era revivir el sueño de la casa propia, y apuntar a construir una DC fuerte e independiente mucho más similar a la que gobernó en los sesentas que a la que gobernó en los noventas.

La idea de revitalizar a la DC tenía sentido por dos lecturas que se hicieron al interior de la colectividad. Primero, que la polarización política les podría abría un espacio en el centro que había quedado abandonado. En efecto, la fuerte agenda izquierdista del gobierno y la clara oposición de derecha se habían tomado la política, dejando huérfanos a la mayoría de los votantes moderados. Esto le sugirió a la DC que si se posicionaban con fuerza en el centro podrían capturar ese gran electorado.

La segunda lectura que llevó a la DC a pensar que era el momento correcto de independizarse estuvo basada en los efectos que produciría el nuevo sistema electoral. Dado que en la próxima elección aumentará el número de escaños a elegirse a nivel de cada unidad electoral, bajará el porcentaje de votos que se necesita para ganar. Este hecho llevó a la DC a pensar que, a partir de su presencia nacional, con los mismos votos podrían optar por más escaños. En otras palabras, podrían hacer lo que siempre han querido hacer, pero que el binominal les impedía.

Pero Goic no prendió en las encuestas. Desde que la DC proclamó a Goic en Marzo de 2017, en comparación con el resto de los candidatos de partidos grandes, ella siempre fue la última en el orden de preferencias. El notorio contraste entre el porcentaje de apoyo a la candidata (2%) y el porcentaje de apoyo al partido (15%) sugiere que la candidata siempre fue parte del problema, y no de la solución. En retrospectiva, haber insistido en posicionar la candidatura de Goic por parte de la DC parece haber sido una negligencia de proporciones.

Uno de los efectos de haber mantenido a Goic por tanto tiempo fue haber debilitado a la lista parlamentaria, pues es sabido que una candidatura presidencial fortalece o debilita a su lista legislativa en base a su propia capacidad de posicionarse. No sería raro que los pocos que votarán por Goic, fueran exactamente los mismo que los que votarán por los candidatos a senador y diputado. Por lo mismo, con las ya conocidas vulnerabilidades de la candidatura de Goic, sorprende que no se hayan hecho mayores esfuerzos por buscar arreglos alternativos.

Insistir en una candidatura que a todas luces no prende, solo por razones ideológicas es un error. Haber mantenido a la débil candidata Goic tanto tiempo en primera línea no solo tuvo un costo para la propia candidata, sino que tuvo un costo para el partido. Paradojalmente, para muchos votantes el partido está muy lejos de ser la DC de los sesenta preocupado por la gente. Sino que ven un partido obsesionado en obtener mayores cuotas de poder y de estar más preocupados por resolver sus problemas internos que por hacer lo éticamente correcto.

Quizás el error más grande de la DC fue haber pecado de soberbia, al poner todas sus fichas en que Goic crecería en las encuestas, se abriría un cupo en la segunda vuelta, y fortalecería a la lista de candidatos DC al Senado y a la Cámara de Diputados. Si habrían sido más realistas hubiesen mantenido un canal de comunicación abierto con el PS-PPD-PR-PC, para ir en una lista conjunta si es que su plan A no daba frutos. Pero no lo hicieron, y hoy se encuentran en la posición más vulnerable en que han estado en su historia como partido político.

Idealmente la negociación tendría que haber ocurrido antes de que Goic entrará en su periodo de reflexión y transparentara toda su debilidad. Pero a estas alturas tampoco hay mucho que se pueda hacer para enmendar el camino. Ahora bien, cualquier solución a los problemas de la DC necesariamente pasan por la bajada de Goic. Solo así podrán explorar la idea de hacer un pacto con alguno de los partidos de la ex Nueva Mayoría y atenuar las malas prospectivas de ir en una lista legislativa propia.

La debacle de la DC se ha transmitido para todo el país en cámara lenta. La decisión de revivir el sueño de la casa propia ha fracasado con escándalo. Hoy el partido lucha por llegar en mejor condición a la elección legislativa de noviembre, pero sin expectativas de tener el gran rendimiento que le prometían a sus militantes hace solo algunos meses. Al parecer lo único que queda es agachar la cabeza, admitir los errores, y buscar ser aceptados de vuelta en la casa. Pues saben que si insisten en el camino propio, arriesgan desaparecer como partido relevante.

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