La del burro




Una notable característica del Frente Amplio (FA), o al menos de un puñado de sus dirigentes más visibles, es esa devoción por los principios; los que acompañados por un aura de pureza, han pretendido distinguir su acción política y así distanciarse del resto de la clase dirigente. Esas diferencias no solo han sido remarcadas por el discurso y las palabras, sino también por una cierta estética, la que pareciera poner mucha atención a las formas y procedimientos utilizados.

Pero en su corta vida de existencia, es en las acciones donde no siempre han pasado el test de la coherencia y consistencia radical de la cual muchos hacen gala. Ejemplos hay varios: la infantil y a ratos histérica teleserie protagonizada con motivo de la selección de candidatos para el distrito 10; el irritante y poco novedoso doble estándar que les impide levantar la voz contra las violaciones a los derechos humanos cometidas por gobiernos afines o por los cuales guardan simpatía; o la jabonosa y oportuna ambigüedad expresada en la segunda vuelta electoral.

Es justamente a raíz de esto último, que por estos días se da una situación muy curiosa. Después de haber el FA majaderamente insistido que no bastaba el antiderechismo para ganar una elección, que la Nueva Mayoría (NM) debía salir a seducir a sus electores, y que bajo ninguna circunstancia se sentarían a negociar bajo los antiguos y trasnochados esquemas propios de una política que le da la espalda a los ciudadanos; oh sorpresa, ahora todo parece quedar en el olvido cuando se disputa una opción de poder en el Parlamento para sus filas.

En efecto, y tratándose de elegir a Giorgio Jackson para presidir la Cámara de Diputados, hoy sí parece bastar con el antiderechismo y sin asco se suceden las varias conversaciones y negociaciones entre pequeños grupos que dicen representar a ambas coaliciones, sin que los electores y menos los ciudadanos tengan la más mínima información de lo que está ocurriendo. Y no pareciéndome espuria ni menos pecaminosa esta dinámica, sí al menos resulta contradictorio con la imagen que ellos han pretendido proyectar.

Ahora bien, un par de preguntas. Ya que la NM es la segunda coalición más grande en el Congreso, ¿por qué esto no se dio al revés? Es decir, ¿no hubiera sido más lógico un acuerdo en el que el FA sumaba sus votos para que un representante del actual oficialismo presidiera la Cámara? ¿Hubiera aceptado el FA, y en particular Jackson, una interpelación del tipo "están con la oposición o con Piñera", si la situación fuera a la inversa y él tuviera que dar su voto para que otro fuera el elegido? Sospecho, más bien estoy seguro, que no. Eso se llama capitalizar las ganancias y socializar las pérdidas; o sea, pretender siempre todos los beneficios sin querer pagar ninguno de los costos.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.