La disputa del centro




SEBASTIÁN Piñera recibió el respaldo de 827.347 electores en la primaria de la derecha, lo que constituye un capital muy estimable con vistas a noviembre. Tiene sin duda una gran posibilidad de ganar la Presidencia. Por cierto que su fuerza está correlacionada con la alta desaprobación al gobierno de la Presidenta Bachelet y el rechazo que despierta la Nueva Mayoría (o lo que resta de ella). El dato duro es que la mayoría de los chilenos no quiere la continuidad del experimento de estos años, ni tampoco algo que se le parezca.

El rostro de la continuidad, Alejandro Guillier, bajó de 12% a 9% en la encuesta semanal Cadem, y de 21% a 15% en la mensual de Adimark. Su declive está a la vista, y el factor determinante han sido sus falencias, confusiones y zigzagueos en un rol para el cual carece de atributos. Es ilustrativo leer su programa para hacerse una idea de adónde iría a parar el país en un hipotético gobierno suyo.

En todo caso, tenemos la obligación de recordar que las elecciones no deben darse por ganadas ni por perdidas antes del conteo de los votos. Faltan cuatro meses y todavía pueden pasar muchas cosas, por ejemplo que un candidato experimente una crisis vocacional, o que crezca el interés por votar entre aquellas personas que hasta hoy no marcan preferencia o incluso dudan de la utilidad del sufragio. Si aumenta sustancialmente el número de votantes, el paisaje puede variar.

La encuesta CEP de abril/mayo pidió a los consultados que se ubicaran en una línea en la que 1 es la extrema izquierda y 10 la extrema derecha. El 16% se ubicó entre 1 y 4 (izquierda); el 32% entre 5 y 6 (centro); y el 12% entre 7 y 10 (derecha). Otros sondeos han descrito un cuadro similar. En consecuencia, no es aventurado afirmar que la elección presidencial se definirá en el espacio del centro, que se asocia con equilibrio, moderación y recelo hacia las posturas extremas. Abundan los indicios de que la mayoría del país no quiere cambios espasmódicos y de efectos dudosos, sino graduales y bien pensados.

Hoy no existe una clara alternativa de centro. Esto ofrece una oportunidad a Carolina Goic, pero la condición es que la DC se juegue a fondo por esa perspectiva. En otras palabras, que sus dirigentes y parlamentarios se convenzan de que el futuro no pasa por la reunión de los lunes en La Moneda. Ello implica establecer otro eje de referencia y articular un  discurso diferenciador, que apueste fuerte por la gobernabilidad, el crecimiento económico, la inclusión social y las reformas de ancha base. Si la candidata DC encarna eso, puede interpretar a mucha gente que, luego de la experiencia de estos años, siente fastidio por los proyectos desmesurados y valora en cambio las propuestas realistas, que mejoren efectivamente las condiciones de vida. Se trata de los chilenos que demandan progreso real, no castillos en el aire. Solo la candidata DC puede disputarle a Piñera el espacio del centro. Por supuesto que ello no se relaciona únicamente con la elección, sino con la siembra para el futuro.

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