La Fórmula E a Santiago




¿Qué significa para una ciudad ser la sede de un evento que ven 300 millones de personas en 180 países del mundo? ¿Cuánto puede impactar en el turismo que durante más de una hora esa impresionante cantidad de gente sea testigo de uno de los sectores más lindos de esa capital con tomas aéreas que sólo pueden ayudar a amplificar el efecto? ¿Y si ese evento es una carrera de autos eléctricos y se hace en la ciudad más importante de uno de los principales productores de cobre y litio del planeta? Todo eso está a punto de ocurrir en Santiago de Chile. El 3 de febrero será nuestro debut como sede de la Fórmula E, cuando 20 monoplazas hagan una y otra vez el recorrido de 2.470 metros que partirá en la calle Santa María pasado Purísima, para atravesar el río Mapocho y bordear el Parque Forestal.

El barrio del Bellas Artes y La Chimba serán la postal que quedará en la retina de muchos que ese día pondrán a Chile en la lista de viajes pendientes. Todo esto, en un marco de cero emisión de CO2, con un staff internacional de categoría que también da trabajo a una buena cantidad de profesionales locales, una sala de prensa para 300 periodistas de todo el mundo y, se calcula, unos 80 mil espectadores en las calles de Santiago.

¿Problemas? Los hubo, pero ya están solucionados. La Municipalidad de Santiago logró la modificación de varios puntos del proyecto original, y negoció para que no se retiraran árboles, así como tampoco se pudiera utilizar la energía del alumbrado público, que no existan graderías para público en el parque ni bandas amplificadas en la carrera. Además, la organización les entregará 450 millones de pesos para obras de mejoramiento del parque. Así, hasta el más NIMBY puede estar tranquilo.

Ojo, aquí no hablamos sólo del tremendo rating-país que significa millones de televidentes de la aldea global observándonos. Es mucho más que eso. La Fórmula E es un campeonato que, en sus cuatro años de existencia, se ha orientado a desarrollar el automovilismo ecológico: desde la generación de la energía para cargar las baterías hasta el funcionamiento de sus automóviles, todo es completamente eléctrico. Y, como dicen sus organizadores, todo está pensado para preservar el medioambiente de cada lugar donde se disputa cada carrera. Aquí no mueren animales ni se destruyen sitios patrimoniales como en el Rally Dakar. Por el contrario, la ciudad luce sus mayores atributos paisajísticos y urbanos en un contexto de vanguardia tecnológica y respeto ecológico.

¿Ha visto alguna vez una foto desde la altura del Parque Forestal, del Museo de Bellas Artes, del cerro Santa Lucía? Difícilmente se puede encontrar un espacio más fotogénico en Santiago. Pero a todo eso hay que sumar lo anunciado al principio de la columna: Chile es una tremenda potencia en cuanto a los principales insumos que necesita la movilidad eléctrica. "Un vehículo común a gasolina utiliza unos 24 kilos de cobre. Un auto eléctrico puede utilizar entre 50 y 113 kilogramos", explica el director del Centro de Minería de la UC, Gustavo Lagos, en la revista EI. ¿Y litio? "La batería de un modelo Tesla S contiene en promedio 38,5 kg de ese mineral", agrega. Considerando que Chile tiene casi la mitad de las reservas de litio del mundo y que el año pasado fue el principal productor de cobre del planeta, con casi un 27 por ciento de participación, la pregunta debiera ser: ¿Cómo no vamos a ser sede de la Fórmula E? Sería un despilfarro. ¿Y sabe cuánto nos cuesta? Dos millones de dólares, apenas el 15 por ciento del valor total. O sea, 1.200 millones pesos para promocionar Santiago, Chile, el cobre y el litio. Habría que ser muy gil para farrearse esta oportunidad. Por eso, desde aquí decimos en voz alta y con los brazos arriba, "bienvenida la Fórmula E a Santiago".

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