La gran oportunidad de la centroderecha




En estos comicios parlamentarios, la centroderecha obtuvo su mejor resultado desde el retorno a la democracia. También, tiene hoy la posibilidad cierta de un triunfo en la segunda vuelta.

El nuevo desafío es avanzar en una reflexión profunda sobre cómo nos adaptamos al proceso de modernización social y cultural de las últimas décadas. La centroderecha debe decidir si quiere estar a la derecha de su propia base de apoyo o si aspira a ser un reflejo más fidedigno de quienes son, y de quiénes pueden convertirse en sus adherentes. El actual proyecto político de la centroderecha refleja bien la forma en que los chilenos buscan progresar materialmente en sus vidas, pero en otros temas muy importantes para los ciudadanos, muestra cierto desfase o poca capacidad adaptativa.

A modo de ejemplo, el matrimonio homosexual ya ha sido incorporado por todas las centroderechas modernas y en algunos casos ha sido transformado en ley precisamente por gobiernos de este signo. En 2011, David Cameron señaló: "no apoyo el matrimonio gay a pesar de ser conservador. Apoyo el matrimonio gay porque soy conservador". La centroderecha chilena, en cambio, parece resistirse aferrándose al último pilar de un orden moral decimonónico, que ya no refleja a la sociedad chilena. Lo mismo ocurre con otros temas, como la definición de familia.

No se trata de negar principios conservadores que existen en el sector. Ellos tienen un importante valor en el ideario de una parte de su base. Pero es urgente incorporar en esta conversación otros valores de forma tolerante e inclusiva.

Si no iniciamos esta sincera reflexión, otras fuerzas tomarán este debate y dejarán relegada a la centroderecha a posiciones minoritarias en el ámbito social y cultural.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.