La hora de la verdad




Triunfó la lista de Carolina Goic en las elecciones de la DC y ya muchos la ven como la mejor carta de ese partido para afrontar la próxima elección presidencial. Pero la cuestión relevante no es el quién, sino el cómo.

Una alternativa, la que con entusiasmo abrazaron algunos rostros de la DC, especialmente en aquel movimiento denominado "Progresismo con Progreso", es llevar un candidato propio a la primera vuelta electoral. Pero dicha opción, cuya épica no ha sido respaldada con el contingente de trabajo y sacrificio que se hubiera esperado de sus más entusiastas propulsores, significa en los hechos que la Falange debe abandonar el pacto electoral de la Nueva Mayoría. Resultaría extraño, por no decir estrafalario, que se pretendiera una lista parlamentaria común para competir en las próximas elecciones al Congreso, no supeditando ese elenco al apoyo de un candidato presidencial único de la coalición. Pues bien, si la DC efectivamente abandonara la Nueva Mayoría y esta última perdurara en un pacto con los otros partidos que actualmente la conforman, la Falange vería severamente diezmada su próxima representación en el parlamento.

Y es justamente por la necesidad de tener que refugiarse en el Congreso, especialmente de cara a perder la próxima elección presidencial, que la crudeza y realismo de la política han decantado los acontecimientos hacia la otra alternativa, en cualquiera de sus dos variantes. La primera consiste en la que DC lleve un candidato para competir en las primarias del oficialismo. Se trata de una posibilidad temeraria, pues incluso con el liderazgo de la reelegida presidenta de dicha colectividad, se corre el riesgo de enfrentar una significativa derrota que dilapide su capital político y de paso sus futuras posibilidades. La segunda variante es renunciar a llevar un candidato propio a las primarias y apoyar a cualquiera de las alternativas ya existentes. Y aunque esto desdibujaría todavía más a la Falange, sí mejora sus posibilidades de negociación frente a la conformación de las listas parlamentarias.

Pero cualquiera sea la decisión, se avizora un duro debate y probablemente un quiebre en el que sigue siendo el partido más grande del oficialismo. Como han sugerido algunos en privado y otros afirmado categóricamente en público, pienso en Mariana Aylwin por ejemplo, renunciarán a la Falange si ésta termina apoyando a Alejandro Guillier, aunque esto sea a consecuencia de un proceso de primarias en el que la DC haya, o no, llevado candidato propio.

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