La nueva ruta de la seda




Los trenes están de moda, nuevamente. Como cuando permitieron la conquista del lejano Oeste. Esta semana el Presidente chino Xi Jinping reunió a 27 Jefes de Estado, incluyendo a nuestra Presidenta, para anunciar el programa de infraestructura más ambicioso de la historia: 900 mil millones de dólares para construir una nueva ruta de la seda, que incluye trenes de alta velocidad, puertos y carreteras. Cada año invertirá 150 mil millones de dólares, casi tres veces nuestro presupuesto total de la nación.

A diferencia de Trump, quien está preocupado de construir muros, restricciones al libre comercio y de reducir el presupuesto de Amtrak, la empresa de ferrocarriles americana, China está construyendo puentes y vías de alta velocidad para integrarse más al mundo, vender sus productos, generar empleo y crecimiento económico.

Los trenes también han estado en el debate nacional, al punto que varios candidatos presidenciales lo han incluido dentro de sus prioridades. En Santiago, la demanda por buses ha caído un 30% en una década, mientras los tiempos de traslado, la evasión y el déficit aumentan año a año. Por ello ha surgido un consenso de hacer crecer al Metro y avanzar en trenes de cercanía.

Metro y trenes de cercanía son claves para reducir tiempos de traslado y evitar que la gente se suba al auto. La gente privilegia estos medios, porque cada día valora más la predictibilidad y el estar más tiempo con su familia o en el trabajo. Los corredores de buses también ayudan, pero sólo marginalmente, especialmente si se construyen sobre Líneas de Metro y se deja que los taxis también los saturen, como ocurre en Santiago.

Pero proponer más Metro y trenes en Chile no quiere decir que tengamos que formar una nueva ideología ferroviaria, o un partido político de los "tren adictos". Nada de eso. Hay que estar conscientes que los trenes son rentables privadamente sólo para transportar carga. Los trenes de pasajeros, salvo trayectos muy masivos, tienden a ser deficitarios.

Si el Estado va a poner recursos para un proyecto ferroviario, debemos tener claras las razones, pues además de la inversión, de seguro también habrá que subsidiar a sus usuarios en el futuro. Por ello, cabe preguntarse, ¿tendrá sentido o mucha demanda una línea de tren entre Santiago y Arica, por ejemplo, si es que demoraría varias horas más que un viaje en bus, o costaría un poco más barato, solamente, que un viaje en avión? ¿Hay alguna razón por la que todos los chilenos debamos pagar parcialmente el viaje de quien prefiera viajar en tren, en vez de hacerlo en bus?

Chile tiene que invertir más en trenes, no cabe duda, al igual que muchos países desarrollados. Pero eso no significa hacerlo indiscriminadamente, sino sólo en proyectos que tengan una clara justificación, y esa es, básicamente, reducir la congestión y la contaminación de las grandes ciudades.

Por eso, no copiemos por copiar. Cristina Kirchner prometió un "tren bala". Nunca estuvo claro desde dónde, ni hasta dónde. No había estudios serios detrás. Sirvió para ganar algunos votos y varios dólares de empresas proveedoras que corrieron a apoyar la idea, plata que se perdió o que terminó en la cuenta del tristemente célebre Secretario de Transportes, ese que tiraba bolsas de billetes a un convento.

Chile necesita más trenes, de cercanía o entre grandes ciudades, y de carga. No "trenes bala" como los de Cristina.

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