La pavimentación de caminos y las vacaciones




Consejo de Políticas de Infraestructura (CPI)

Muchos de nosotros ya están haciendo uso de sus vacaciones anuales. El rito es conocido. Cada cual, de acuerdo a sus posibilidades económicas, parte con su familia rumbo a un lugar distinto y ojalá distante del que habita. Los Santiaguinos demuestran una fuerte preferencia por las playas, marítimas o lacustres. Los de Valparaíso o Viña del Mar, salen arrancando de los turistas y parten, preferentemente, hacia las zonas rurales del interior. Y así, los del sur viene para "el norte" y los del norte para el sur. Los más pudientes parten al extranjero a algún "all inclusive" (siempre en inglés) para que los ayuden con los niños, y los aventureros parten a Europa o los Estados Unidos a enfrentar los fríos invernales.

Para los que hacen turismo doméstico, la experiencia veraniega viene acompañada de una fuerte dosis de polvo. Sí, de polvo, como en tierra natural, proveniente de los caminos, calles y veredas de nuestros pueblos y balnearios.  Desde luego, hay más tierra en los pueblos y balnearios más modestos. Los más caros tienen buena parte de sus calles y veredas pavimentadas o, por lo menos, selladas.

Es cierto, hoy hay muchos más kilómetros de caminos y calles pavimentadas que hace 10 años atrás. Pero aún nos falta mucho por hacer. No sólo en términos absolutos, sino también en términos relativos.

Una manera de medir la disponibilidad de caminos pavimentados es comparar kilómetros lineales de camino pavimentado por cada 100 km cuadrados de territorio. Según esta métrica, Chile con 5,6 km lineales por cada 100 km cuadrados de territorio, está en segundo lugar en América Latina, detrás de México que tiene 7,2 km. No es porque México sea más rico que Chile: tiene un ingreso per cápita 28% menor que Chile. Tampoco es porque sea más pequeño, su territorio es 2,5 veces mayor que el nuestro. Simplemente, la decisión de política es que en México se pavimentan más caminos que en Chile.

En una comparación más desafiante podemos medirnos con los países miembros de la OCDE, que incluyen a México y Chile. Los países OCDE tienen, en promedio, 102,5 km lineales de caminos pavimentados por cada 100km cuadrados de territorio. Esto es, ellos tienen una densidad de caminos pavimentados 18 veces mayor a la nuestra. Si clasificamos a los países por continentes, los países asiáticos de la OCDE tienen un 66% de sus caminos pavimentados, los países europeos un 83% mientras que los EEUU y Canadá tienen un 48%. En Chile sólo el 25% de nuestros caminos son pavimentados. Por eso tragamos tanto polvo.

Según los datos de la Dirección de Vialidad (MOP) y de Concesiones, Chile tiene 77.801 km de caminos, carreteras y autopistas. De estos, 2.585 km son concesionados y están pavimentados, 16.970 km de carreteras y caminos no concesionados están pavimentados y 58.245 (75%) no están pavimentados.

Más aún, la oferta de caminos, es decir el número de kilómetros lineales, se ha mantenido prácticamente constante durante los últimos 15 años en torno a los 80.000 km. Este período incluye los 10 años del super ciclo del cobre, donde presumiblemente el país podía ahorrar e invertir más.

El lector se preguntará qué importancia tiene esto de la densidad de caminos y su pavimentación. Hay por lo menos dos grandes razones por las cuales nos debería importar.

La primera es que menor densidad caminera implica que alguien tiene que hacer un recorrido más largo para llegar a su destino. Es decir, los costos logísticos aumentan. Si hay muchos más caminos, los usuarios pueden tomar la ruta más corta o el camino menos congestionado o el camino sin tarifa en vez del concesionado, dependiendo de sus circunstancias y necesidades. El turista puede optar por los caminos "paisajísticos", mientras el camión cargado de fruta o ácido sulfúrico podrá usar las autopistas concesionadas. Poner a todos en la misma carretera eleva el costo para todos.

Además, en nuestro país hay buenas razones para densificar la malla de caminos y carreteras debido a la relevancia de los desastres naturales.  Cada vez que hay desastres naturales alguna localidad, o varias, quedan aisladas. Nuestra red de carreteras carece de resiliencia. Mientras más densa sea la red, mayor es la posibilidad que alguna parte de ella sobreviva al eventual desastre. El costo económico y social del aislamiento o, al revés, los beneficios de la resiliencia, no se toman en cuenta a la hora de hacer la evaluación social de los proyectos camineros.

La segunda razón, tiene que ver con los beneficios de la pavimentación. Caminos pavimentados, hoy son asfaltados, son caminos más seguros, con menores niveles de accidentabilidad y menos dañinos para los vehículos y los bienes transportados. Por ejemplo, la señora Elsa que tiene su negocio en Barrancas, pueblo cercano a Cahuil, puede vender sal por Internet pero no puede vender las ollas y platos de cerámica por Internet porque al enviarlas por bus se rompen. Pensemos en los productores de frutillas y otras frutas que, al transportarlas por caminos de tierra llegan a su destino dañadas y sucias. No se puede pensar en producir frutas delicadas en lugares remotos sin caminos pavimentados. Si el turista quiere conocer las Termas Río Blanco o las de Tolhuaca, en Curacautín, deberá transitar unos 30 km por caminos de tierra que no tratan bien a los vehículos.

Como vemos de estos simples ejemplos de la vida diaria, es riesgoso para los pequeños productores aumentar la inversión para producir más, generar nuevos productos o atender mejor a potenciales turistas si llegar es difícil, peligroso y daña los vehículos. También es difícil reclutar gente que trabaje en esos lugares.

El MOP está ejecutando un programa de pavimentos básicos que tiene como objetivo pavimentar 15.000 km de caminos hasta el 2018, especialmente en zonas rurales. Con eso Chile llegaría a tener un 40% de caminos pavimentados. Si llegan donde la señora Elsa, ella podrá vender sus ollas y platos de cerámica por Internet y si pavimentan el camino a las Termas Río Blanco y a las de Tolhuaca, estas recibirán más turistas. Ambos podrán ampliar sus negocios y vender más. Eso es lo que genera crecimiento económico, más empleo y mejora la distribución del ingreso.

Ampliar la red de caminos y carreteras y pavimentarlos nos beneficia a todos.

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