La pregunta más estúpida




EL DIPUTADO Hugo Gutiérrez suma a su haber casi dos docenas de querellas dirigidas contra personas de notoriedad pública, en su mayoría, al final del día, desestimadas. Su última acción penal, contra el expresidente Piñera, no reúne, a juicio de este columnista, fundamentos jurídicos sólidos para obtener una sentencia de condena, sino que su objetivo, evidente por lo demás, es político. Éste consiste en dañar la candidatura de Piñera por la vía de prolongar la vida útil de la querella, obtener diligencias y concitar la atención de los medios de comunicación.

Hasta ahora, la estrategia ha cosechado gran éxito. La acción penal avanza con un solemne y severo ritual y, como es natural, los medios de comunicación desentrañan lo que hoy se denominan "aristas" del proceso, convirtiéndolas en verdaderos fenómenos astronómico-periodísticos siempre en desarrollo, mezclando unos temas con otros, al punto que un lector común -como es el caso de quien escribe- termina por no saber si la noticia o el personaje se refieren al "bullado" caso tal o al "escandaloso" caso cual.

Entonces, uno siente que el diputado Gutiérrez no es un hombre canalla sino astuto. La historia de Piñera y el dinero es antiquísima. ¿A quién iba a importarle ahora la misma cantinela?

Sin embargo, y con mayor fuerza que en el pasado, a Piñera se le ha enrostrado nuevamente su condición de empresario y la incompatibilidad entre los negocios y la política. Izquierda y derecha coinciden en el diagnóstico. Todos estamos de acuerdo en que no son compatibles y las razones para ello.

Por otro lado, nadie se pregunta en Chile si está prohibido tener fortuna y ser presidente. Y ello porque la pregunta es estúpida, la más estúpida de las preguntas.

Lo prohibido es la negociación incompatible, el aprovechamiento de un cargo político para sacar ventaja económica, la información privilegiada que entrega un determinado puesto para obtener privilegios, el empleo de una posición para hacerse de beneficios o beneficiar a otros, el nombramiento de personas que influencien a otras en negocios en los que obtengan ganancias ilegítimas, la torcida administración del cargo, la desviación del poder, y otras figuras.

Cada una de estas materias- según el desarrollo que vaya teniendo la cuestión- puede extenderse en profundidades razonables o desproporcionadas e indeseables para el país, dependiendo del rigor, independencia y criterio con que se examine la pregunta de negocios y política: la conformación de sociedades en Chile y el extranjero, la participación de familiares, el origen de los fondos, la tributación, las asesorías contables, la relación societaria con los parientes, la participación de la señora en sociedades de beneficencia, boletas de los hijos, sus señoras o pololas, los parientes de las señoras, los primos, los empleados y secretarias, los juniors… ¿Cuántas sociedades me dijo que tenía el hermano de su primo, con quién almorzó en Palacio el día de año nuevo…? Y así.

Esto es lo grave del problema. La querella del diputado Gutiérrez puede no tener fundamento, pero según como se trate el tema, tal vez obligue a dar respuesta a la más estúpida de las preguntas.

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