La segunda vuelta




Bachelet tiene la primera opción de ganar la presidencial. Si nada cambia entre ahora y el día de la elección, la ex presidenta va obtener la gran mayoría de los votos. Lo que queda por resolver es si su mayoría será simple o absoluta. Con una mayoría absoluta podrá eludir la segunda vuelta. Hasta el momento no hay evidencia para sostener que eso es posible. En todas las encuestas publicadas, Bachelet figura con menos de 50% de las preferencias. El sitio www.tresquintos.com (el cual manejo personalmente, junto a Stefan Bauchowitz) muestra que la ex presidenta está cerca del 40%. Es difícil ser más preciso, considerando el carácter voluntario del voto y el número de candidatos.

Una teoría que respalda la idea de que Bachelet podría ganar en primera vuelta es precisamente una que se construye alrededor de la incertidumbre. En elecciones anteriores con voto obligatorio y pocos candidatos, las tendencias eran claras. En la elección de 2013 con voto voluntario y tantos candidatos, no hay tendencias claras. Antes era mucho más fácil predecir resultados electorales. Ahora se puede dar el caso que el mismo día de la elección gente que no iba ir a votar decida ir a votar, o el caso que gente que iba ir a votar decida no ir a votar. El comportamiento de los votantes indecisos – difícil de predecir – probablemente sea lo que determine el destino de la elección.

Lo práctico es que mientras menos gente vote, más probabilidad tiene Bachelet de ganar en primera vuelta. Esto se consolida si hay un bajo número de votos válidos (con preferencia marcada) en relación al número de votos emitidos (que incluye blancos y nulos). El asunto es sencillo. Si vota poca gente, es probable que el gran porcentaje de esa gente la conformen votantes duros de Bachelet. Además, si el número de votos válidos es bajo, el porcentaje que reciba Bachelet se verá proporcionalmente inflado. Por ejemplo, si Bachelet recibe 40% de los votos emitidos, pero solo 80% de los votos son válidos, obtendrá 50% en el cómputo final.

Evidentemente el número de votantes no es la única variable a considerar en la ecuación. Por ejemplo, si la proporción de votos válidos en 2013 se asimila a la proporción de votos válidos en elecciones presidenciales anteriores (entre 94% y 96%), es probable que el número de candidatos sea una variable mucho más determinante. Según la teoría, mientras más bajo es el número de candidatos que busca ser elegido para un cargo, mayor es el porcentaje relativo de votos para cada uno de ellos. Asimismo, mientras más alto es el número de candidatos que busca ser elegido para un cargo, menor es el porcentaje relativo de votos para cada uno de ellos.

A medida que Matthei, Enríquez-Ominami y Parisi aumentan su intención de voto, baja la probabilidad que Bachelet pase a segunda vuelta. Hoy, el pronóstico de www.tresquintos.com (naturalmente en línea con la mayoría de las encuestas) muestra que la suma de los tres candidatos que siguen a Bachelet alcanza alrededor de 48% de los votos. De ese modo, la eventual segunda vuelta se vuelve una función de la sumatoria de votos para todos los candidatos que no son Bachelet. Es lógico, pues mientras los otros candidatos aumentan su intención de voto, aumenta la participación y baja el número de votos blancos y nulos.

Lo clave es identificar los puntos de inflexión. Para eso, la lógica es la siguiente: si suponemos que el piso de Bachelet es la votación que obtuvo en las primarias de 2013 (1,563,208 personas), entonces pasaría a segunda vuelta si vota el doble menos 1 de eso (3,126,415 personas). Evidentemente es un supuesto irreal para una elección presidencial, dado que significaría que votaría solo 23% del padrón (13,573,088). No está claro cuántos van a votar, ni es el momento o el lugar para especular sobre eso. Pero lo más probable es que vote una base de 40% (participación en municipales de 2012); un número más cercano al 54% (participación en presidenciales de 2009) de la población en edad de votar.

Lo que resta es preguntarse es sobre los escenarios de la segunda vuelta. Lo lógico es suponer que si Bachelet gana por mayoría simple en primera vuelta, con un porcentaje sobre 40% pero menor a 50%, le será relativamente fácil repetir el triunfo en la segunda ronda. Matthei, quien hoy asoma como la rival más segura de Bachelet en la segunda vuelta, tendría que realizar un arduo trabajo para revertir el resultado. Sobre todo si no logra pasar el umbral del 30% en la primera vuelta. Si la distribución de votos en la primera vuelta se asimila a los pronósticos, Bachelet gana seguro. Matthei, en cambio, tendría que depender de la efectividad de los otros candidatos en endosar su opción.

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