Levántate y vota




Hoy se celebran las séptimas elecciones presidenciales desde que recuperamos la democracia y cada uno de nosotros tendrá su evaluación de estas casi tres décadas. Varios podrían sentirse legítimamente satisfechos por este período, cuyo desarrollo y prosperidad no tiene parangón en nuestra historia. Otros también podrán poner el énfasis en los objetivos déficits o en las importantes y obscenas deudas que todavía arrastramos.

Estos meses previos a las elecciones han sido un espacio privilegiado para conocer de esas opiniones, puntos de vista y emociones. No me refiero a los candidatos, a sus programas o propagandas; sino a los múltiples espacios de conversación política del que hemos sido protagonistas en nuestras casas, lugares de trabajo o estudio, reuniones con amigos, e incluso también de manera casual o circunstancial con un desconocido en algún lugar público . Y quizás hay muchos que también se han sentido ajenos a este debate. Sea por pudor o falta de conocimiento algunas veces, pasando por el desinterés cuando no desgano en otras ocasiones, hasta aquellos profundamente descreídos de su democracia y las posibilidades de nuestra política; son demasiados los ciudadanos que podrían volver a dejar en manos de pocos las decisiones que nos conciernen a todos.

Es a todos ellos que dirijo mis palabras este domingo. La política es una cuestión demasiado importante para dejársela sólo a los políticos. "Igual tengo que ir a trabajar mañana", podrían replicarme varios. ¡Sí señor o señora!, de la misma manera que la gran mayoría de los ciudadanos, los que como usted probablemente no siempre lo hacen con gusto y agrado, pero que sienten una obligación y compromiso con los suyos, sus proyectos y su futuro. Y aunque usted no perciba al país como un gran hogar, desentenderse de este proceso y restarse de esta decisión, no impedirá que sean otros los que resuelvan sobre ámbitos que lo afectarán personalmente y a su familia.

Y si no tiene una preferencia por un candidato, o si su desencanto y frustración le impiden incluso elegir por la opción que menos le desagrada, entonces vote blanco o nulo. De lo contrario, si decide no votar, no solo estará silenciando su malestar o invisibilizando su pertenencia a esta comunidad; sino, todavía peor, estará facilitando y promoviendo que se perpetúe en el tiempo todo aquello que le molesta, avergüenza o derechamente asquea.

No regale lo que también es suyo. Este es un país plagado de contradicciones. A veces maravilloso, pero de mierda en ocasiones; plagado de oportunidades, las que también coexisten con demasiadas injusticias; y donde todos queremos más y mejores derechos, pero rápidamente olvidamos nuestras obligaciones. Y lo que sea de Chile en el futuro, también depende de usted.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.