El liderazgo escolar como propulsor de los aprendizajes en los niños




Al igual que un director de orquesta, un buen líder es una persona que lleva el ritmo y marca la pauta de un equipo que debe funcionar con excelencia a nivel individual, pero que no alcanza la meta de la organización si no actúa de forma perfectamente coordinada y colectiva. Lo mismo ocurre en un establecimiento educacional: el director debe ser aquél que saque lo mejor de cada uno de los docentes y profesionales de su equipo escolar, que los exija y motive a la maestría, pero también debe saber lograr un concierto que conduzca a que, desde cada especialidad, se forme a los niños como personas integrales al máximo de sus capacidades. Este líder en particular debe ser capaz de sembrar en cada miembro de la comunidad escolar la necesidad por perfeccionar su arte, pero a la vez hacer florecer la enseñanza y el aprendizaje en comunidad.

En este sentido, un buen liderazgo escolar es la capacidad para guiar a otros de forma colaborativa hacia el mejoramiento de los aprendizajes de los niños, aprovechando al máximo las condiciones, habilidades y fortalezas de los elementos intrínsecos y extrínsecos a la cultura escolar. El director como líder debe ser capaz de orientar, guiar y motivar hacia un esfuerzo constante con foco en lo pedagógico; es decir, que cada objetivo y estrategia que se establezca en la organización conduzca finalmente a potenciar el proceso de aprendizaje en los niños.

En general, se asocia el liderazgo con jerarquía, y en ella, con los cargos más altos. Pero cada persona dentro de una organización puede ser líder desde el rol que le toca ejercer. Todos somos capaces de propiciar el mejoramiento en las áreas en las que nos desarrollamos. El docente con dotes de liderazgo tiene un poder transformador para el aprendizaje de los niños, y el líder de la comunidad escolar puede propulsar el cambio de prácticas de un profesor. Cada uno debe aceptar su responsabilidad de liderar, cada miembro del equipo puede asumir un esfuerzo en pos del mejoramiento escolar. Es por ello que el trabajo en red y la colaboración son claves: en un equipo exitoso todos aprendemos de todos.

El rol del líder es fundamental para los aprendizajes de los niños. Si bien no es el primer agente de impacto, ya que lo que influye directamente son las interacciones en el aula entre el profesor y los alumnos, el llamado del líder es a crear condiciones laborales favorables, y propiciar la motivación y las habilidades que se traducirán en un cambio de prácticas de los docentes. Esto es lo que a su vez se verá reflejado en las interacciones en el aula e impactará en los aprendizajes de los niños.

Es por ello que en Fundación Educacional Oportunidad tenemos como pilar de nuestra labor el acompañamiento a los equipos directivos y a los equipos educativos de las escuelas donde implementamos proyectos utilizando una metodología de Mejoramiento Continuo, mediante la cual los guiamos y les entregamos herramientas concretas de liderazgo intentando fortalecer su capacidad de orquestar el entorno escolar. En la Fundación los capacitamos para organizar y utilizar de manera efectiva datos disponibles, tanto internos como externos de las escuelas que dirigen, y que nos muestran la evolución de los aprendizajes de los alumnos. Esto permite al director y su equipo identificar los elementos que pueden alimentar una mejora, y proponer medidas que sean aplicadas en conjunto con la comunidad y que estén orientadas hacia el desarrollo integral de los niños.

Pero, así como toda orquesta es diferente, cada escuela también lo es. Por ello, se hace necesario entregar a los establecimientos educacionales las orientaciones sobre cómo institucionalizar estas prácticas, con el fin de que la mejora permee todos los ámbitos de la gestión directiva, considerando los recursos físicos y humanos, las condiciones y los instrumentos con los que cada establecimiento cuenta.

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