Los números ayudan




Los clubes chilenos iniciaron su participación en la fase de grupos de la Copa Libertadores y el balance es positivo. Universidad de Chile venció 1-0 a Defensor Sporting en un duelo cerrado, que reiteró la tradición copera de los cuadros orientales. En Buenos Aires, luego de 30 años, O'Higgins igualó 0-0 frente a Lanús, actual campeón de la Copa Sudamericana. Un empate que terminó con sabor agridulce, porque los rancagüinos estuvieron cerca de llevarse una histórica victoria.

La "U" ofreció un pobre primer tiempo, maniatada por el orden de los violetas, con dos líneas de cuatro, que cortaron el avance por los costados de los azules. Hubo cierta indolencia en la hora de presionar. El equipo de Cristián Romero no apretó la salida de los uruguayos, no achicó los espacios, aunque sí mejoró su retroceso, evitando algún contragolpe.

La mejoría del complemento se explica en condimentos anímicos, en mayor intensidad para cerrar la salida adversaria, en el empuje de los Rojas, José y Juan Rodrigo, quienes irradiaron desde la retaguardia. Romero no usó a Sebastián Martínez, su único mediocampista de contención natural, retrasando al paraguayo Rojas. Y el funcionamiento lo siente. El "guaraní" pareciera que juega con una camisa de fuerza, debe retenerse para que no se pierda el equilibrio, saliendo de su zona de influencia, como los "8" tradicionales, que avanzan y llegan.

De esta manera, la "U" se torna anunciada, porque pretende atacar por fuera, pero carece de velocidad y desborde. Francisco Castro retrocede a la altura de Juan Rodrigo Rojas y el arco le queda lejos. En la izquierda, como la propuesta es usar tres zagueros, Roberto Cereceda se instala en una zona intermedia que no domina. El zurdo es lateral clásico y puede hacer daño viniendo de atrás, matizado. Gustavo Lorenzetti puso el 1-0 con un zurdazo notable y preciso, con Ramón Fernández pidiendo la pelota, mientras Patricio Rubio quedó aislado en la izquierda, al igual que el uruguayo Rodrigo Mora en el centro del área.

Una cosa es la idea matriz, pero la sensación es que por los nombres propios, un 4-2-2-2 asoma como la formación más lógica, apuntando a la posesión de la pelota. Cualquier esquema da lo mismo si el ritmo es lento y predecible. Ahora viene el duelo en Belo Horizonte ante un Cruzeiro herido y obligado. Complejo.

En O'Higgins, si bien no ganaron, el sabor es distinto. Casi no pasaron zozobras, salvo el cabezazo de Diego González, quien picó al espacio y sorprendió con un cabezazo libre, bien resuelto por un dubitativo Paulo Garcés en el comienzo. El conjunto de Eduardo Berizzo impuso su presión en todos los sectores, exhibió su enorme capacidad para reconvertirse defensiva y ofensivamente, con un sobresaliente Benjamín Vidal -no es fácil fajarse con Santiago Silva-, más la seriedad y regularidad de César Fuentes y Braulio Leal, con un claro y fino Pablo Hernández.

El árbitro boliviano Oscar Maldonado careció de coraje para expulsar a González, quien le pegó una voladora a Hernández e, incluso, pudo sacarle la roja a Leandro Somoza y Paolo Goltz.

Cuando se analiza un equipo en la escena internacional, lo mínimo es que mantenga la idea e identidad. O'Higgins fue fiel a su estilo. La mano de Eduardo Berizzo se nota. La ilusión de pasar a la tercera ronda no es una quimera.

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