Los números de la segunda vuelta




La sociedad chilena habló el 19 de noviembre, y lo hizo en forma muy sorpresiva: La clase media se movilizó y se transformó en el grupo determinante, los jóvenes mostraron un nuevo protagonismo, los grupos populares por contraste se desmovilizaron y una contundente mayoría de ellos se expresó negativamente quedándose en la casa. Nada de esto estaba previsto.

Ahora enfrentamos una segunda vuelta, nunca antes tan incierta. Es que en ninguna ocasión, desde el retorno a la democracia, las dos primeras mayorías de la fase inicial habían concitado tan escasa votación (en números absolutos). La votación combinada de Guillier y Piñera de primera vuelta no supera 3,9 millones de sufragios. Esto es apenas 27% del padrón total. Así, el resultado final depende ahora de lo que haga este domingo un grupo diferente y mucho más numeroso que el anterior: más de 10 millones de ciudadanos que optaron en la fase anterior por no votar ni por Guillier ni por Piñera. De éstos, 2,8 millones son los que decidieron por alguna otra de las alternativas en la papeleta; y el resto, una gran masa de 7,6 millones, que decidió no ir a votar, pero que esta vez sí podría hacerlo.

Es una elección y una campaña enteramente nuevas, literalmente son nuevos electores, donde el ganador entre Piñera y Guillier será quien logre atraer y movilizar a las urnas a este inmenso grupo que, a no olvidar, ya optó antes por alternativas diferentes.

La tarea es difícil e improbable para ambos. Convengamos dos supuestos razonables: Que el número de votantes se mantendrá constante, y que quienes ya votaron por Piñera o Guillier en primera ronda volverán a hacerlo en la segunda. (De acuerdo, ambos supuestos podrían discutirse). En estas condiciones, Piñera requiere 900 mil votos adicionales a los 2,4 millones que ya obtuvo. Esta cifra es muy superior a todo el voto de Kast (520 mil aprox.), por lo que requiere una cantidad no despreciable de electores adicionales que deben aparecer ya sea de votantes de otros candidatos diferentes a Kast, o personas que no votaron en primera fase. Sabemos algo inquietante de estos votantes indispensables: No se entusiasmaron con el Piñera de primera vuelta.

Para Guillier la tarea parece aún más dificultuosa. A los 1,5 millones que obtuvo en primera vuelta, tiene que agregar 1,8 millones de personas adicionales que, al igual que en el caso anterior, ya optaron por alternativas diferentes, incluyendo no ir a votar. El abanderado oficialista debe más que duplicar su votación anterior apelando a un mundo de electores para quienes, tambien inquietantemente, Guillier no fue su primera opción.

Ninguna de las candidaturas estaba preparada para este escenario. El fondo y la forma de las campañas en la segunda vuelta ha sido tosco, improvisado, lleno de errores. La sorpresa parece campear en comandos y candidatos, golpeados por un resultado que estuvo muy por debajo de las expectativas. ¿Quién será capaz de convocar a esos sectores medios esperanzados pero también inseguros? ¿Quién convocará a esos jóvenes que rechazaron la forma tradicional de hacer política? ¿Quién será capaz de movilizar a los más pobres que masivamente se abstuvieron?

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.