Los presidentes de los partidos




Los resultados  muestran una amplia ventaja a favor de Michelle Bachelet sobre Evelyn Matthei. Es probable que los resultados de los cómputos siguientes solo sirvan para consolidar la diferencia. Muchos comenzarán a especular sobre las razones de la derrota. Unos cuantos culparán a Matthei por no estar a la altura de la batalla, otros tantos culparán a los votantes por no saber lo que les conviene. Pero la verdad es que el resultado de la elección no es responsabilidad de la candidata o de los votantes de centro derecha. Matthei difícilmente podría haber convencido a quienes tenían su voto decidido hace varios meses.

La culpa es de los presidentes de los partidos. Tuvieron todo para generar condiciones políticas favorables a mantener el poder y no lo hicieron. Los presidentes de los partidos tuvieron tres años en que pudieron ocupar todo el poder del gobierno y no lo hicieron. Los presidentes de los partidos tuvieron tres años para instalar temas en la agenda que fueran atractivos para la gente y no lo hicieron. Los presidentes de los partidos tuvieron tres años para crear liderazgos y no lo hicieron. Los presidentes de los partidos tuvieron tres años para retirar a Bachelet de la política local y no lo hicieron. Los presidentes de los partidos tuvieron tres años para levantar a un candidato presidencial competitivo y no lo hicieron.

El resultado de la elección tiene un aire a la derrota de Eduardo Frei en 2009. Teniendo todo a su favor para conseguir la reelección, los presidentes de los partidos de la Concertación fueron incapaces de hacerlo. Escogieron al peor candidato posible por medio del peor mecanismo posible. La culpa fue de los presidentes de los partidos, que se enredaron entre cuatro partidos al tratar de mantener cuotas de poder. La culpa fue de los presidentes de los partidos, que no se pudieron poner de cuerdo para elegir al candidato más atractivo para los votantes de centro izquierda. La culpa no fue de Frei, él solo trató de hacer lo mejor posible. La culpa tampoco fue de los votantes de centro-izquierda, pues muchos de ellos se sintieron engañados.

Mañana comienza un nuevo ciclo. La Alianza inevitablemente tendrá que empezar a sacar cuentas sobre el costo de la derrota. Tendrá que medir lo que significa haber perdido La Moneda y el control del Congreso. Los militantes tendrán que evaluar lo que significa haber tenido el peor desempeño electoral en una elección presidencial y legislativa desde 1993. Los auto-complacientes culparán a Matthei y a los votantes de centro derecha. Dirán que la candidata fue demasiado tibia y que los electores fueron demasiado flojos. Los auto-flagelantes culparán al gobierno y a las estructuras de poder dentro de los partidos. Dirán que el presidente nunca apoyó la causa y que los presidentes de los partidos nunca dieron con el rumbo correcto.

Si los auto-flagelantes se imponen, los presidentes de la UDI y RN deberán renunciar. Tal como pasó en la Concertación tras la derrota de 2009. De los cuatro presidentes de los partidos, dos pusieron su cargo a disposición dos semanas después de la primera vuelta (Pepe Auth y José Antonio Gómez), y dos pusieron su cargo a disposición una semana después de la segunda vuelta (Camilo Escalona y Juan Carlos Latorre). Por supuesto que tuvieron culpa en la derrota y que les cabía renunciar. Aunque el momento fue irrelevante, dado que no impidió la derrota Frei, el hecho fue decisivo, dado que significó el punto de partida para la reorganización de la coalición.

El objetivo de la Alianza debe ser retornar al poder en 2018. Para eso, la coalición deberá pasar por un proceso similar al que pasó la Concertación tras perder la elección de 2009. Los partidos necesariamente deben reemplazar a quienes tienen una responsabilidad directa en la derrota. Deben nominar a personas de nuevas generaciones que tengan prospectivas de liderazgo en el futuro cercano. Si los partidos ignoran las razones de la derrota, y confirman a los presidentes en sus cargos, los malos resultados se repetirán. En cambio, si los partidos mandan una señal a sus electores de que recibieron el mensaje, y reemplazan a las cúpulas actuales con nuevos líderes, podrán aspirar a forjar una centro derecha significativamente más poderosa.

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