Más que un díscolo




Experta en demonizar cuando huele peligro, la derecha encontró en Manuel José Ossandón un blanco predilecto. Al senador le han dicho de todo: divisivo, populista, aventurero, personalista, ignorante. No es raro que la diatriba se haya intensificado a partir de que la encuesta CEP evidenció que el precandidato constituye una amenaza real para la carta preferida del sector. La derecha le teme y le lanza artillería pesada.

Sin embargo, ahí está Ossandón. El hijo descarriado es duro de matar. Si cae, lo hará peleando.

Tras esa resiliencia hay más que un carácter díscolo. Ossandón no es una cáscara vacía. Harían bien sus rivales en tratar de entender qué representa. No en vano el parlamentario tiene a su haber gestiones exitosas en Puente Alto (una comuna donde antes la derecha no tenía opción); muestra un apoyo nada desdeñable en las encuestas; posee un arrastre transversal que traspasa las fronteras de la derecha; fue el senador con más votos en Chile Vamos, y ha incomodado al favorito en estas primarias.

Así como Felipe Kast representa a la derecha liberal y Sebastián

Piñera a la derecha económica, Manuel José Ossandón encarna -quizás de manera más difusa, pero muy viva e intuitiva- una derecha conservadora y nacionalista. Por años, las derechas "modernas" han creído que las corrientes conservadora y nacionalista del sector estaban muertas. Ossandón es la incómoda prueba de que no es así y del apoyo popular que pueden despertar estas vertientes si encuentran un vocero.

Ossandón no está ligado a grandes grupos económicos y su base no se halla en la fronda. Se encuentra lejos de promover libertades individuales que -en su opinión- terminan desmadejando el tejido social. Desconfía de la tecnocracia, la ideología y las elites que han extraviado el camino. Promueve la revalorización de la política y soluciones que ayuden a los chilenos a desplegar su potencial, en especial aquellos cuyos problemas han sido invisibilizados por la prédica triunfalista del progreso que dominó en las últimas décadas.

A diferencia de la lucha de clases que propone la izquierda y del crecimiento económico que postula el piñerismo como solución para todos nuestros males, Ossandón pretende unir al país para sacarlo adelante con solidaridad, el restablecimiento de la confianza (lo que pasa por hacer a un lado a los que hacen trampa) y paz social. Para él, el conjunto es más que sus partes. Le disgusta escuchar eso de que Chile está "al borde del desarrollo". No cree que las estadísticas puedan reemplazar el conocimiento directo que ha adquirido en el contacto con chilenos de carne y hueso.

Es una aproximación que tiene limitaciones. La confianza excesiva en su intuición puede llevarlo a cometer errores gruesos, como sucedió en el vergonzoso episodio de Tolerancia Cero. Ossandón supone una oportunidad, pero también un riesgo que solo él puede controlar.

El senador representa algo serio y es muy probable que haya llegado para quedarse. Como ya ocurrió en el pasado, quienes lo descartan a priori pueden pagarlo caro.

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