Misión de la DC hoy




Muchos se preguntan qué hará la Democracia Cristiana (DC) después de la primera vuelta. Primero habría que precisar quién: la directiva, los militantes o el numeroso grupo de simpatizantes (últimamente disminuidos) que ha sido históricamente la mayor fortaleza DC, los independientes que habían votado por sus candidatos desde los años 90 y que se estiman en un millón de personas. ¿Llamará la directiva a votar por Guillier? ¿Libertad de acción? ¿Por Piñera? ¿Se dividirá el partido?

Por entretenido que pueda ser especular sobre esas preguntas, no me parece que sea el ejercicio más valioso que hacer. Mucho más interesante sería preguntarse qué necesita más Chile hoy, hacia el fin de esta década, y cómo lograrlo. Mi respuesta es que Chile necesita por sobretodo superar sus divisiones y desconfianzas, recuperar su seguridad en sí mismo y en su capacidad de progresar en paz junto con mayor equidad. Esto se parece bastante al camino seguido por Chile para recuperar la democracia. Eso también contempló un largo esfuerzo para superar divisiones, conflictos y hasta profundos odios del pasado. Luchar por lo posible, junto con el máximo de los demás compatriotas. No por un ideal maximalista, refundacional y totalizante, cerrado, del todo o nada, en lucha con todos los que se opongan a eso.

Para esa tarea de unidad, la experiencia, capacidad y posición de la DC es insustituible. Es por lo tanto su responsabilidad y su deber asumirla para ser fiel a su historia y al propósito de sus fundadores. Es el mayor homenaje que se le puede hacer a Frei, Tomic, Aylwin y tantos otros. En términos políticos, significa retomar su postura de partido de centro, que no está en ninguno de los dos extremos; con capacidad de dialogar con ambos y de tomar con libertad, para apoyar, lo que considera mejor de cada uno.

Así mirado el panorama actual y el que se avecina, la DC tiene más bien una oportunidad que una  encrucijada fatal. Tiene la gran oportunidad de retomar su forma de actuar en que más ha servido a Chile. Y eso le da una misión de alto vuelo. Una responsabilidad que cumplir tanto desde el gobierno como de la oposición. Tiene un rol digno y de gran trascendencia. Donde no queda espacio para las cosas que dividen internamente. La grandeza de su misión fuera del partido, con el país, para la gente, debiera minimizar las divisiones internas y las miradas introspectivas. Este curso de acción dio sentido y proyecta además el valiente esfuerzo de levantar una candidatura  presidencial propia, noblemente ejercida por Carolina Goic.

Las condiciones políticas internacionales y nacionales posteriores a esta elección, probablemente serán propicias además para que la DC cumpla ese rol. Obsérvese lo que ha ocurrido en España, con la fragmentación de los dos grandes bloques tradicionales. En Chile, por su parte, todo indica que habrá un ganador sin mayoría en el Parlamento. Y habrá sectores perdedores que se fragmentarán y alejarán entre sí impulsados por reproches mutuos y el cobro de cuentas. La DC puede elegir no caer en eso. No tiene por qué llamar a votar por uno ni por otro candidato en la segunda vuelta. Ni negociar  programas presidenciales. Tiene que declarar que buscará el progreso económico y social de Chile con libertad y equidad. Apoyará las medidas de cualquiera que impulse eso buscando la unidad nacional, y pondrá sus equipos humanos a seguir trabajando por hacer de Chile un mejor país para todos.

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