Ni confrontación ni sumisión




En los últimos años ha recrudecido la violencia en La Araucanía. Pareciera que nada funciona y todo podría ir peor. En ese contexto, hace seis meses la Presidenta creo una Comisión Asesora con miembros de La Araucanía, con el fin de que le entregaran un "un conjunto de propuestas en las áreas de desarrollo productivo regional y territorial, participación y reconocimiento y nuevas formas de reparación a los pueblos indígenas".

El lunes pasado, su trabajo termino y le entregaron a la Presidenta un documento de 45 páginas con cerca de 68 propuestas, pero una generó polémica y propició la renuncia de un dirigente mapuche -Richard Caifal de Enama- a la Comisión, su renuncia se habría dado porque no se incluyó a la plurinacionalidad dentro de las conclusiones finales del informe, en circunstancias que se había llegado a consenso para hacerlo.

¿Pero qué es esto de la plurinacionalidad?

A diferencia de lo que vociferan un par de irresponsables, la plurinacionalidad no se trata de desmembrar una parte del país y crear un Estado dentro de otro Estado. Hay países como Suiza, que constituyen un "pueblo único" y a la vez una confederación de pueblos, o Nueva Zelandia en donde hay un rey maorí y el país sigue ahí. La plurinacionalidad implica reconocer que dentro de un país conviven varios pueblos y en consecuencia el Estado debe cambiar su estructura para que cada uno de estos pueda ejercer sus derechos.

En el informe final de la Comisión, se señala que uno de los caminos para avanzar en una solución al conflicto histórico de La Araucanía, pasa por un acto de realismo del Estado que implica, aceptar que existen pueblos originarios cuya presencia es anterior, y, además, aceptar que tal reconocimiento implica realizar cambios constitucionales en la actual institucionalidad política que permita proyectar una adecuada relación y convivencia.

Sin embargo, el solo reconocimiento constitucional de la existencia de los pueblos indígenas, es tan absurdo como promulgar una ley que dijera que el agua de los ríos es líquida, estos existen desde antes de la existencia misma del Estado. El desafío es superar la añeja figura del Estado-Nación homogéneo, hegemónico y centralizado, por uno plurinacional y descentralizado que reconozca nuestra diversidad cultural.

Agrega el Informe que el cambio de paradigma de esta nueva relación del Estado -pueblos originarios requiere el compromiso y voluntad política de las autoridades. De lo contrario, los cambios serán solo superficiales y limitados a la coyuntura mediática. La ironía es que justamente falto realismo en la propia Comisión Asesora, ya que fue ésta quien saco la plurinacionalidad de sus conclusiones finales.

Un Chile plurinacional no se trata de confrontación ni sumisión, se trata de diálogo y negociación. Es por esto que próximo Gobierno y los sucesivos, tendrán la responsabilidad de construir un país moderno y libre, en donde las culturas, las religiones y las tradiciones diferentes puedan coexistir en paz.

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