Otra Iglesia




El Santo Padre no traía una varita mágica ni tampoco un garrote para castigar. Francisco se vistió de hombre para decirnos que era pecador y que rezáramos por él. Recibimos a un Papa que se autodeclaraba no infalible. No era como el pontífice anterior que traía la visión de que uno se encontraba literalmente con El Señor.

Es otra Iglesia. El Papa Francisco dibuja una Iglesia con un mensaje de esperanza y cercanía, urgiendo a sus obispos, sacerdotes y religiosos que bajen del "Olimpo" para ser los mortales que son: "Tomar la realidad tal cual es", eso es algo que los chilenos no sabemos hacer. Somos expertos en eufemismos y "máscaras". Nos vestimos con lo que queremos ser y no con lo que somos. Así es también la jerarquía católica.

La realidad (bruta) es: Chile ya no es un país católico, un 45% dice tener la religión católica ("¿Cuál es su religión?"); un 26% la practica; 35% de chilenos elige decir que no tienen "ninguna religión"; el 36% confía en la Iglesia (hace 22 años era el 80%).

Hay dos razones principales que explican este fenómeno. Por una parte, el fuerte proceso de individualismo y materialismo producido por el acelerado crecimiento económico, donde la nueva clase media apera de bienes materiales. Por otra, una jerarquía que cerró los ojos al caso Karadima por años, dejando que el Vaticano tomara la decisión de condenarlo. Parece que el Papa Francisco ya no quiere tomar la decisión por la Iglesia Chilena, sino que le deja a ella su propio destino. Él dice "no tengo evidencia", "son calumnias"(sobre el obispo Barros), refrendado por F.J.Errázuriz, ex jefe de la Iglesia. ¿Parece que el Vaticano necesita más fuentes de información que sus arzobispos y nuncios? ¿Al Papa lo informan mal y no le cuentan toda la verdad?

Con todo llegó a la Catedral a retar al clero y decirles que tienen que tomar la "realidad tal cual es", que no se pierdan en la desolación, que bajen de las alturas, que los feligreses no son súbditos, sino pares. Que actúen. Pero la jerarquía de la Iglesia chilena tiene serias dificultades para tomar la realidad tal cual es y actuar. No quieren creer que los católicos son tantos menos, no reconocen responsabilidad en la baja del catolicismo. ¿Se protegen entre ellos, como lo hace el parlamento, los partidos…?

Esa es la Iglesia que el Papa vino a retar, y les dijo lo que tenían que hacer. Cada cual tiene la oportunidad de redimirse, pero no parece que el Papa sea el que los va a obligar. El ser católico no es un palo en la cabeza para cada paso mal dado, sino más bien una oportunidad para hacer el bien. No basta con "no hacer el mal", hay también que "hacer el bien". Más claro echarle agua. Sin varita mágica, y sin garrote, el Papa vino a predicar la Buena Nueva del Señor y nos dejó en libertad para actuar según nuestra consciencia, no pidiéndole a los otros que arreglen las cosas, sino invocando a cada cual para enfrentar la realidad tal cual es. Hacerse responsable y actuar, no perderse en la "desolación".

Los organizadores de la visita del papa reflejaron en la planificación la Iglesia que la jerarquía cree que existe, una Iglesia multitudinaria, moderna ( conectada a internet), que se moviliza, y se encontraron con un pueblo reticente, con miedo a la violencia en el sur, y descubrieron tardíamente que Tarapacá solo tiene cerca de 250 mil habitantes. Mal concebida la visita para un país que ya había cambiado y que la Iglesia chilena se ha negado a reconocer.

El obispo Barros es el legado del Papa para la Iglesia Chilena. ¿Seremos capaces de solucionar los católicos chilenos ese problema? "Presenten evidencia" dijo. Esas son las dos iglesias que se dibujaron en esta visita, una que asume (tiene la oportunidad de asumir) su realidad y la otra que mira desde la altura. Nada de fácil el legado de Francisco.

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