Palabras al cierre




Con el debate de Anatel puede darse políticamente por cerrada la confrontación entre el expresidente Piñera y el senador Guillier, los chilenos esperamos el transcurrir de las horas que nos separan de la elección con cierta incertidumbre, pues se anticipa un resultado estrecho y las encuestas prácticamente salieron del escenario tras el fiasco de la primera vuelta.

Pero no todo es incertidumbre, hay hechos concretos sobre los cuales se puede reflexionar y evaluar las dos ofertas de gobierno que están sobre la mesa. Como en todas las cosas de la vida, no se trata de una opción en blanco y negro, no es la lucha del bien contra el mal, ni de la justicia contra la injusticia, como parecen creer quienes han intentado mostrar esta elección en términos maniqueos, haciendo una caricatura de la alternativa opuesta a la de su preferencia.

Sin embargo, son dos propuestas claramente diferentes; aunque manida, es correcta la frase de que no da lo mismo quién gobierne y el debate mostró eso de una manera muy concreta. Al final del día, gobernar implica la capacidad de comprender a cabalidad los problemas del país, de conocer los recursos con los que se cuenta para resolverlos, de formar equipos consistentes y con objetivos claros, de manera que a pesar de las dificultades que impone la sociedad contemporánea, de la fragmentación de nuestro sistema político y de la enorme limitación de medios, el gobernante pueda hacer avanzar al país en el cuadrienio que le corresponde dirigirlo.

Es difícil discutir el contraste mostrado por el expresidente Piñera, respecto del senador Guillier. Desde el retorno a la democracia pocas veces se ha visto -si es que se ha visto- una disputa presidencial con tanta disparidad en el conocimiento de los temas públicos. Aflora a cada momento la experiencia de 30 años dedicado al servicio público, como senador, presidente de partido y Presidente de la República, que acumula Sebastián Piñera.

Los seguidores del senador están en todo su derecho de alegar diferencias políticas, reivindicar una visión diferente del rumbo que debiera tomar el país, pero la mayoría de los chilenos carece del compromiso ideológico que supone ese razonamiento. Es lógico que cada candidato conozca mejor su programa, lo que no es esperable es que uno de ellos conozca mejor los dos programas. El expresidente Piñera no solo mostró mayor conocimiento de las propuestas propias, sino también de las de su competidor, para desazón de los acompañantes del candidato oficialista.

Como dijo Miguel Crispi, finalmente el electorado del Frente Amplio no tiene una razón poderosa para ir a votar por Guillier. No se sienten convocados por ideología, ni por liderazgo. Al cierre algunas cosas están claras y el resultado, como la vida misma, debiera seguir la luz y no la penumbra.

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