Retro




EN ESTOS días se han realizado debates públicos en que, entre otros, participaron los candidatos presidenciales del Frente Amplio. Para un testigo del desarrollo económico social de Chile, como el que suscribe, Alberto Mayol y Beatriz Sánchez nos están invitando a retroceder al país de los años 1960 y 1970. Ambos lo hacen, por ejemplo, en materia de pensiones, en que proponen volver al sistema de reparto, pero Mayol además desea modificar la propiedad y el rol de las empresas actualmente privadas que él considera estratégicas.

Los candidatos del Frente Amplio sugieren adoptar un nuevo modelo de desarrollo económico social, en que el Estado -en vez del mercado- juegue un papel clave en la asignación de los recursos. Tal recomendación no tiene absolutamente nada de nuevo, dado que lo que se propone no es otra cosa que la adopción de lo que se conocía décadas atrás como una política industrial, en que el Estado escogía a ciertos sectores que deseaba desarrollar prioritariamente.

Alberto Mayol va mucho más allá. Propone nacionalizar -es decir que el Estado tome el control- de una serie de empresas estratégicas en los sectores minero, pesquero, forestal, energético y de servicios básicos (agua y distribución eléctrica), mediante la adquisición del 20 por ciento de las acciones de esas empresas. El objetivo es utilizar tal control para dirigir la economía del país. No cabe duda que una vez en el poder, si no se logra el objetivo propuesto, las autoridades aumentarán el porcentaje de propiedad.

Es curioso el planteamiento de Alberto Mayol, porque tanto la teoría económica como la experiencia internacional de las últimas décadas apuntan exactamente en la dirección contraria, es decir, a la conveniencia de utilizar -para así maximizar el bienestar social- los mercados, si costo-eficiente regulados, para asignar los recursos y dejar que las empresas privadas produzcan los bienes y servicios. En particular, la Teoría del Principal-Agente sugiere que las empresas privadas son más eficientes que las estatales y que las mixtas, y la práctica así lo confirma (ver por ejemplo a Aidan R. Vining y Anthony E. Boardman, 2014 y Sumit K. Majumdar, 1998).

Es provocativo el llamado a la nacionalización de porcentajes controladores de las acciones de las empresas que Mayol considera estratégicas, porque la experiencia sugiere que propuestas de ese tipo -además de ser ineficientes- ponen en peligro la democracia representativa. En efecto, el excesivo poder del Estado invita, en el mejor de todos los casos, al autoritarismo y si no, al totalitarismo (Friedman 1962). Incluso el planteamiento del candidato es absolutamente contradictorio con su idea de normalizar a Chile, que el mismo ha interpretado como otorgarle al país una estructura institucional similar a la de las naciones democráticas de ingresos medios altos. Extraño, porque en éstos últimos la propiedad privada de los medios de producción es la norma, tal como lo es en Chile, y la nacionalización propuesta solo nos retrotraería unos 50 años.

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