¿Se le apareció Matthei?




En la vida moderna los momentos de paz y tranquilidad son a veces escasos. Tan escasos que la calma se ha transformado en un bien cada vez más valorado. Por eso es tan traumático volver de la luna de miel –haya ido usted a Chimbarongo o Nueva York– porque se pasa de un estado idílico de paz y desconexión a la frenética realidad cotidiana que todos vivimos día a día. Igual de depresivo resulta volver de vacaciones. Esto de que a uno se le aparezca marzo es un balde de agua fría que nos despierta de golpe de un sueño que quisiéramos que fuera eterno.

Por estos días a Bachelet se le apareció Matthei. Y no tengo dudas de que la guata se le tiene que haber apretado un poco. Y claro, porque la candidatura de Bachelet caminaba sin mayores sobresaltos: la Concertación se unió rápidamente detrás de la única opción que puede devolverles el poder, las primarias las ganó con una cómoda ventaja y la Alianza se sumía en la incertidumbre tras la bajada de Pablo Longueira. Así las cosas, estaban dadas las condiciones para que Bachelet agarrara sus pilchas y partiera a Nueva York donde por estos días se vive un fantástico clima de verano.

Pero claro, nada dura para siempre: la calma se tenía que acabar en algún momento. Y vaya que se acabó abruptamente. Si hasta tuvo que adelantar su regreso a Chile para hacerse cargo de su "personal March madness", como le debe estar explicando a sus amigos del norte para justificar su precipitado término de vacaciones.

El fenómeno Matthei es raro porque está lleno de contradicciones. Por ejemplo, si mientras era ministra su "particular forma de expresarse" era visto como algo extraño, ahora andan todos chochos imaginándosela como presidenta. Y es que cuando uno tiene a Matthei enfrente, sabe exactamente a quién tiene enfrente. Es una persona frontal, sin doblez, que seguramente nos regalará momentos inolvidables en los foros internacionales cuando se tope con las provocaciones de Evo o la señora K.

Bachelet, por su parte, es más bien escurridiza: a veces está a favor de la Asamblea Constituyente pero después no. A veces está a favor de educación gratis para todos, después no y después de nuevo sí. Todo depende de las circunstancias, parece. Otra contradicción rara es esto de que, siendo Matthei una persona con una vasta trayectoria política, de repente se puso de moda. Asumo que es el sueño de cualquier político con trayectoria volver a transformarse en novedad como por arte de magia. Y eso ocurre muy poco. Ocurrió con el estilo vintage, con los emuladores de Atari y ahora con Matthei.

Quizás por eso el cambio de opinión de algunos personeros de la Concertación y el Partido Comunista, que al principio la miraron a huevo y que hoy advierten que Evelyn tiene lo suyo, que su candidatura implica un riesgo real. Como sea, a Bachelet se le apareció Matthei. Y debe estar pensando qué hacer con ella sin hacerla enojar demasiado. Ya veremos qué pasa. En una de esas –justamente en marzo del próximo año– se aparece Matthei. Por La Moneda, claro.

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