Se llenó la micro




AHORA SÍ que se armó: Alberto Mayol se sumó al extenso listado de candidatos presidenciales. ¡Por fin gente alegre! Cuento las horas para presenciar ese dinámico debate con Mayol y Atria. Ningún afán por llamar la atención ni por competir en intelectualidad. Solo nos faltaría el rector-columnista, pero sospecho que el cargo no está a su altura. Menos ahora que la presidencia más importante del mundo la ocupa un tal Trump, que adornó el Salón Oval con cortinas doradas.

Como si no fuese suficiente, el martes me crucé en el aeropuerto con el excandidato de los calzoncillos Hugo Boss, quien reveló el otro día que lo están sondeando desde "Democracia Regional Patagónica" (por si acaso, se trata de un partido político, como otros 30 que se han creado y que de seguro usted no conoce). Así que el hombre ya está en tierra chilena y con plena disposición a renovar el armario a costa de los contribuyentes.

Saque cuentas: Lagos, Insulza, Ossandón, dos Kast, Piñera, MEO, Atria, Mayol, Goic, Guillier, Nicolás Larraín, Parisi… ¿Quién me falta? Supongo que Roxana Miranda se repetirá el plato y que los humanistas tampoco dejarán pasar la oportunidad de ganar sus votos en Vitacura. Amplitud (que, a todo esto, organizó un "congreso ideológico" que, sin duda, atrajo la atención de lo más granado en intelectuales políticos del orbe) sacará alguna cartita con sus aliados de Ciudadanos y así, suma y sigue.

¿Por qué tanto interés en ser candidato si las posibilidades de buena parte de este ramillete son, francamente, nulas? ¿Por qué armar partidos desconocidos hasta para sus propios militantes?

Quizás la respuesta la encontremos en los más de $ 6.000 millones que el Estado distribuyó entre esta treintena de partidos en 2016 o en los $ 9.500 millones repartidos entre quienes postularon a alguna alcaldía el año pasado. Pero si hasta Jocelyn-Holt, con sus miserables 12 mil votos, debía ser compensado con más de $ 8 millones por tan brillante participación. Sume a las lucas la oportunidad de aparecer, gratuitamente, en una franja televisiva y, la guinda de la torta, hablar y despotricar hasta el cansancio en los insoportables debates presidenciales.

Por algo los gringos formaron hace años un comité independiente a cargo de los debates y limitaron la participación solo a los dos aspirantes con opciones reales de llegar a la Casa Blanca. Porque resulta que nada de esta "fiesta democrática" es gratis y la plata la ponemos nosotros, los contribuyentes.

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