A siete días del voto




El próximo domingo Chile toma su decisión presidencial en primera vuelta. La sensación que deja esta campaña es francamente amarga y por diversas razones. Hemos presenciado una virulencia sin precedentes. Hemos presenciado un brote de populismo difícil de describir. Hemos no-visto una franja electoral que ha sido irrelevante, que no hizo un aporte de interés a pesar de su monopolio televisivo. Hemos visto festivales de cifras que no cuadran y hubo decenas de "debates" que parecían interrogatorios de tribunales.

Los candidatos, una buena parte de ellos sin atributos para el cargo, tenían apenas un minuto para esbozar una idea, en fin. El gran tema de la ciencia y tecnología del que depende nuestro futuro brilló por su ausencia. Muy ausente también fueron los temas de salud y pobreza extrema.

Sin duda, lejos el más agresivo y poco constructivo ha sido MEO, asesorado por un duro representante del chavismo. Sus descalificaciones han sido claramente excesivas, acusando a diestra y siniestra, al punto de sugerir que Guillier tenía alguna forma de relación con el narcotráfico. Nada más distante de la realidad, en mi opinión.

Artés es un caso aparte. Literalmente ha predicado la violencia revolucionaria, y ha sostenido aberraciones como que el "pueblo" rodearía el Congreso y por la fuerza aprobaría sus peticiones. Tan delirante ha sido, que habla de un proceso que podría durar 5 mil o 7 mil años. Es decir, es una religión fundamentalista, ya no es política.

Navarro mostró la esencia de su constante agresividad e inminente fracaso electoral al lanzar groseramente unas monedas en un debate republicano. Lo triste es que estos tres candidatos sumados probablemente no llegan al 7 u 8% de votos. Solo enlodaron el proceso.

También vimos un gobierno que ha tratado de intervenir en la campaña todo lo posible. La vocera de gobierno habló más contra un candidato que de lo que hacía el gobierno. Varios ministros hicieron lo propio. Finalmente la campaña del terror encabezada por Guillier, e inspirada por el PC, fue penosa (amenazó con "una brutal persecución a los empleados públicos" y el PC sostuvo que Piñera era un peligro para Chile), pero con muy poco efecto, ya que Piñera fue presidente e hizo una extraordinaria gestión, más allá de los errores propios de cualquier administración. Sánchez no resistió la prueba de la realidad y se desplomó. Conducir un país no es cosa de amateurs, lo que incluye a otros candidatos, por cierto a Guillier.

La cantidad de mentiras que se lanzaron, y la mañosa utilización de cifras fue también patética, tal como ocurrió con la desigualdad, delincuencia, crecimiento, deuda, etc. En general, con dos excepciones, las propuestas se basaban en generalidades y mañosas lecturas de cifras. La nota de base en ese sentido la puso el gobierno al sostener, olímpicamente, que había sido responsable en el manejo de la economía, y que habiendo recibido una economía a la baja, entregaba un país al alza. Lo mismo en el tema de seguridad y delincuencia. La realidad, ya sabemos, fue justo al revés.

Por todo lo anterior sigue el desprestigio de nuestra política y ello es muy delicado para el futuro. No hay democracia sin política responsable y transparente. Ha quedado claro que se legisla muy mal. Así fue con el voto voluntario. Ni hablar de los estacionamientos, impuestos, educación, laboral; la nueva ley de financiamiento quedó en evidencia que fue mal hecha, y no responde a las realidades de la elección. En esta elección, de los parlamentarios se sabe realmente poco y de los Cores literalmente nada. Así se deberá votar.

En suma, vaya a votar y hágalo en conciencia. Vote por lo concreto, no por ilusiones o fantasías que al final lo dejarán peor. Solo acuérdese del Transantiago.

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