Springsteen: El referente




Dylan se encontró con la "revolución de las flores", Springsteen con la caída de las Torres Gemelas. A partir del desalentador clima -país post 11/S, el "Jefe" dejó de ser el lúcido cantautor consagrado desde 1975 con Born to run y la megaestrella ungida a partir del exitosísimo Born in the U.S.A. (1984). Lo que nació con The rising, el álbum que sacó a la calle 10 meses después del atentado en Nueva York, fue el líder. El referente que asoma en tiempos de crisis y que en discos sucesivos como Devils & dust (2005), Magic (2007) y Wrecking ball (2012) se ocupó de fortalecer con canciones el espíritu de su gente ante la amenaza terrorista, la guerra en Irak y la crisis económica.

Hay algo mesiánico en un hombre que viene demostrando hace años que su adultez artística se ha vuelto tan imprescindible como el catálogo con que cimentó su leyenda. Su elocuencia masculina y su moral "clase media", su política de camisa arremangada y de épicas sobre el hombre común, han aportado contenido y mística a la era del consumo acelerado. Y tampoco es que se haya volcado de lleno a la protesta. Pero al músico tan injustamente tildado de "patriotero" y "demasiado gringo", es al que su gente mira cuando todo parece caerse a pedazos. Springsteen es el trovador al que busca Barack Obama para el cierre de campaña y el rostro duro que publican las revistas especializadas para demostrar que no han perdido el olfato.

Y lo mejor de todo es que las medallas que lleva en el pecho no hablan sólo de viejas batallas. El "Jefe" está en racha y llega a Santiago con la certeza del que ha lanzado seis discos en los últimos 10 años y con algunas de las mejores críticas de su carrera. A él le tocaron tiempos difíciles, es cierto, pero ha sabido encontrar la palabra correcta. Afortunadamente, esta vez Chile también podrá escucharla.

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