Suicidio colectivo




Cataluña vuelve a estar de moda, pero no por las razones de siempre: un equipo de fútbol como el Barça, la cantidad de estrellas Michelin que acumula, los diseñadores más chic o una capital que está entre las mejores del planeta. El motivo que la lleva a ocupar las portadas de todos los rotativos es la convocatoria a un referéndum unilateral de independencia. Ello me ha llevado a revisar algunas las ideas que, acerca de ella, mi entorno me devolvía mientras viví en Chile. Cada vez que aludía a mis raíces gallegas para explicar mi acento español, no faltaba el interlocutor de turno que presumía de su conocimiento de España por haber visitado Barcelona. En momentos en que los políticos independentistas, mediante referencias a un nacionalismo democrático y a la "soberanía del pueblo", abogan por la desconexión con Madrid a través de la purga y del acoso, del atropello de la oposición y haciendo saltar por los aires su propio Estatuto de Autonomía, no deja de resultar irónico que pudieran ser los catalanes los que más contribuyan a colmar la imagen que fuera se hacen de España. Que, entre las universidades españolas, Barcelona domine el podio universitario en el ranking de Shangai no hace más que reforzarlo, aunque solo sea a nivel de círculos académicos.

¿Verá el 1 de octubre el nacimiento de una república catalana independiente? Improbable, dado el suicidio colectivo que supondría esta nueva versión del Brexit. El escepticismo inicial del Presidente Mariano Rajoy ha dado paso a una intensa arremetida judicial y policial que, día que pasa, aumenta en su escalada. El PSOE y Podemos, más ocupados hasta ahora, uno de sus primarias internas y otro, de hacer política circense, han logrado instalar la idea de que el gobierno habría abandonado el recurso a la política pero ¿no es, acaso, la garantía de la seguridad externa y la concordia interna mediante la posibilidad del uso la fuerza, generalmente basada en el derecho, lo que hace a su esencia?

A medida que se acerca la fecha, la sensación es de vértigo. Además de un nuevo capítulo en la utilización espuria de los referéndums la sociedad catalana saldrá, luego del sprint de cinco años que ha significado el procés, más movilizada pero también más dividida. La posibilidad de una salida pactada no sustituye la urgencia de acometer la actualización del modelo territorial autonómico. La actual situación ha revelado sus contradicciones e inconsistencias. Y, si todavía alguien tiene dudas, ahí está la banda terrorista ETA con sus anuncios. Habría iniciado un proceso de debate interno para decidir cuál será "su función y ciclo", una vez culminado su desarme. Mientras tanto, ha ido entregando pistas, como la de asignarse un papel de "facilitación de la acumulación de fuerzas" independentistas.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.