Tenemos que decir basta




Cada vez que me estaciono en la calle me preocupo de no dejar nada a la vista. Casi instintivo, lo ejecuto como un autómata. Sacar y llevarme la radio, no olvidar la billetera, por ejemplo. No tentar al ladrón es nuestra obligación. Hace unos años, robaron mi mochila desde un conocido restaurant. La respuesta de la gente encargada fue: "Es que usted no puede dejar cosas de valor en el auto, pueh". Sorprendido, busqué consuelo en gente cercana y, curiosamente, pensaban igual que aquel indolente encargado. Raya para la suma: la culpa fue mía. Obvio, cómo se me pudo haber ocurrido dejar mi mochila en el auto. Casi me convencí.

Aceptamos tan dócilmente que es natural robar, delinquir, saquear, que finalmente desviamos la atención hacia otro punto. El foco apunta a nosotros como "descuidados" y no al que comete la falta. Ayer, en el Estadio Nacional, sucedió algo similar. Suspendido el partido, las críticas apuntaron directamente al juez Enrique Osses. También a la ANFP. Saliendo del recinto, un grupo de hinchas me insultó, porque nosotros (los medios de comunicación) "nos prestábamos para este circo".

En las redes sociales ni hablar. Las faltas de respeto son moneda corriente y los blancos predilectos fueron los antes mencionados. Todos mafiosos, todos malos. Curiosamente, muy pocos fueron capaces de analizar que todo este escándalo fue producto de un desadaptado social que no entiende, en su estrecha y limitada mente, que no pueden lanzar objetos a la cancha. Es así de simple.

<em>Punto aparte. Qué curioso que deba existir una ley que especifique que no se puede agredir o lanzar objetos a la cancha, cuando cualquier persona, medianamente normal, debiera entenderlo. Aun sabida la ley, se sigue infringiendo.</em>

El foco del asunto no es la decisión del árbitro, como tampoco es que usted deje alguna "tentación" en el auto. No. Debe ser necesariamente proteger los derechos de la gente decente, como usted o como yo. O como un futbolista que lo único que estaba haciendo era jugar fútbol cuando le llegó un rollo de papel en la cabeza. A propósito. Decir que "sólo fue papel" es minimizar un asunto más profundo. No es el objeto, es el hecho. Si aceptamos uno, ya sabemos qué viene después.

Lamentablemente, hemos perdido la capacidad de asombro. Es tan natural en el país que se viole la ley, que miramos con resignación y, peor aún, lo hallamos normal. Mientras nosotros erramos el análisis, los delincuentes siguen saliendo libres de polvo y paja. Destrozos en manifestaciones, robos y asaltos son parte de nuestra vida diaria.

Basta. De verdad. Enfoquemos donde corresponde. Recién ahí empecemos a discutir.

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