Terremoto en la cueva del Senado




La barahUnda de la carrera presidencial abrió  paso en los últimos días a la otra competencia con ribetes estratégicos que tendrá lugar en noviembre:  la  del  Senado.   Por coincidencia  o  por  deriva -depende de cuánto se crea en el papel del azar en la política-, a fines de este año la Cámara Alta habrá sufrido la más extensa transformación desde la restauración de la democracia, incluyendo una seria amenaza de ruptura del empate en favor de la Concertación.

El proceso lo inició, irónicamente, el Presidente Sebastián Piñera, cuando sacó a cuatro de las cartas fuertes de la Alianza en el Senado para trasladarlos al gabinete. De ellos, dos son ahora los precandidatos presidenciales -Andrés Allamand y Pablo Longueira- y otros dos -Andrés Chadwick y Evelyn Matthei- están obligados a permanecer junto al Presidente hasta su último día en La Moneda. De perder la contienda presidencial, la Alianza habrá perdido en el mismo plumazo a cuatro de sus mejores espadachines parlamentarios.

Esto no significa que la derecha pierda esos cuatro escaños, todos los cuales deben someterse a elecciones este año. Es bastante probable que en las circunscripciones de Santiago Oriente, O'Higgins y Los Ríos el oficialismo consiga retener sus cupos; la situación de Coquimbo, donde Matthei fue sustituida por Gonzalo Uriarte, es mucho más frágil y plantea el peligro real de que la Concertación obtenga los dos asientos de la región, arrastrada por el poderoso tren del DC Jorge Pizarro.

Un quinto senador importante de la Alianza, Jovino Novoa, se retiró por voluntad o por realismo -esto ya es irrelevante- de Santiago Poniente. Cuatro pivotes de la UDI y uno de RN no estarán en el Senado en el 2014, al margen de que uno de ellos consiga llegar a La Moneda.

El segundo desplazamiento ha sido el de las renuncias a participar como candidatos. Por razones muy distintas, cuatro de los senadores de mayor relieve de la Concertación -Camilo Escalona, Eduardo Frei, José Antonio Gómez y Mariano Ruiz-Esquide- no competirán este año. Lo mismo decidió el presidente de RN, Carlos Larraín (que no fue elegido, sino que sustituyó a Allamand en Los Ríos), y está por verse lo que pasa con el independiente (ex RN) Carlos Cantero en Antofagasta, bloqueado primero por el mismo Larraín y luego por su débil desempeño en las encuestas.

Al final están las decisiones de los partidos, atravesadas por la presión de realizar primarias, un instrumento que mostró la forma en que colisionan las declaraciones bienpensantes con las necesidades más crudas del poder. El caso más resonante ha sido el del PS, pero el más urticante pertenece a la UDI. Aquí, el partido cedió la prerrogativa de intervenir a su precandidato presidencial y Longueira decidió, sin más, disolver la competencia entre su diputado Iván Moreira y su senadora Ena von Baer (no elegida, sino designada en reemplazo del mismo Longueira). En el curso que llevaba, esa disputa obligaría a unas primarias que la UDI no podría permitir, porque alimentarían las presiones por tales elecciones en otras circunscripciones y distritos del país; al ceder ese lugar al diputado José Antonio Kast, parecería que el líder de la UDI decidió entregar esa posición a RN, que lleva a su impetuoso ex alcalde Manuel José Ossandón.

El resultado ha sido catastrófico. Moreira se fue, con enojo ostensible, a empezar de nuevo en Los Lagos, mientras que el aspirante UDI de esa región, Carlos Recondo, consideró que las explicaciones de la directiva para quitarlo de en medio fueron "patéticas". Por si fuera poco, Moreira debe enfrentar al senador incumbente, el RN Carlos Kuschel, que completa 23 años en el Congreso. La proverbial disciplina de Von Baer, que no dijo nada, parece haber sido recompensada por el enredo que produjo en RN el retiro de Carlos Larraín. De todos modos, tendrá que levantar una campaña nueva en menos de seis meses.

Valdivia ha sido también un ojo huracanado en la Concertación. La renuncia de Frei despertó el apetito en el PS, cuyo diputado Alfonso de Urresti, revestido con legitimidad local, consiguió que la directiva del partido le recomendase al ex canciller e hijo del senador histórico por la región, Juan Gabriel Valdés, entregar el espacio sin competencia.

Pero el peor problema de la administración socialista encabezada por Osvaldo Andrade estalló algo más al sur, en Puerto Montt, donde el más fuerte de sus senadores, Escalona, fue desafiado primero por el diputado Fidel Espinoza y luego por el ex alcalde Rabindranath Quinteros. La directiva intentó reservar el cupo para Escalona, pero enfrentó la rebelión local de Quinteros, que concluyó en la renuncia del senador a la competencia. Quizás Escalona sea, como dicen muchos socialistas, una víctima de las tempestades que sembró. Pero es difícil dudar de que su ausencia del Senado tendrá efectos en el peso parlamentario del PS. Y esto, sin contar con las trizaduras que han dejado en el PS las imposibles soluciones urdidas tras el fracaso del acuerdo sobre primarias legales.

En suma: de los 38 senadores que estaban vigentes al comenzar el gobierno de Piñera, nueve ya no ocuparán sus asientos. Y de los 20 que deben elegirse este año, entre ocho y 10 serán debutantes en la Cámara Alta. Eugenio Lira Massi habría tenido que reescribir en unos pocos meses su legendaria "Cueva del Senado".

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