Transantiago educacional




EN EL léxico político, un "transantiago" es una política pública fallida, pero no cualquiera, sino una consistente en un cambio súbito y radical, que por no considerar la realidad devino en un desastre.

Se ha dicho que la reforma tributaria amenaza con un transantiago, pero no es muy probable. Efectivamente impactará la inversión, pero eso sucederá en el mediano plazo y sus efectos se verán después. Las cosas seguirán andando y el país creciendo, aunque a un ritmo lamentablemente más lento.

La reforma educacional, por el contrario, sí que amenaza con un transantiago, ya que puede provocar serios problemas para matricular a los hijos en algún colegio en los años venideros, por falta de plazas disponibles. El caso es simple: a los colegios particulares subvencionados asiste 1,8 millones de alumnos (51% del total), de los cuales un millón lo hace a los que son de "lucro". El proyecto de ley del gobierno prohíbe éste en la educación y les da a tales establecimientos un plazo de dos años para transformarse en entidades sin fines de lucro.

Y eso no será tan simple. A todo aquel que le van a quitar su negocio, no espera a que suceda, sino que comienza de inmediato a tomar medidas para minimizar sus costos. Algunos se transformarán en particulares pagados, con lo que una cantidad de padres tendrá que retirar a sus hijos. Otros cerrarán para encontrar una actividad rentable alternativa (son emprendedores), considerando que los terrenos en que se encuentran los colegios suelen ser relativamente grandes y bien ubicados, y difícilmente le venderán barato al Estado para que mantenga el colegio funcionando. Y al resto no le quedará otra alternativa que transformarse, pero el incentivo para hacer las cosas bien ya no será el mismo. Eso, si logran cumplir con el requisito de transferir a la nueva entidad sin fines de lucro o bien al Estado las instalaciones, porque en el sector sostienen que para el 80% será imposible por diversos impedimentos legales, como por ejemplo, que están hipotecadas. En cualquiera de los casos, habrá una contracción de la oferta.

Además, se prohíbe el copago de los padres, lo que afectará a muchos colegios particulares sin fines de lucro. Si bien la teoría es que el Estado pondrá la diferencia a través de la subvención, como sabiamente dijo un obispo, que ha visto mucha agua pasar bajo los puentes, "estamos convencidos de que los recursos no se van a dar", al menos para los tramos más altos. Más aún, muchos sospechamos que lo del lucro es un pretexto y el objetivo final es la educación privada, lo que incluye a la particular pagada y a la sin fines de lucro. Y es evidente que, como están las cosas, ambas están en guardia y postergarán cualquier iniciativa de crecimiento por un tiempo.

Porque como dijo el mismo prelado, "no basta que una ley salga para que resulte", y muy probablemente, a poco andar veremos en los noticieros las colas de miles de padres tratando de matricular a sus hijos donde puedan. Y que el ministro asegure que el Estado proveerá la oferta faltante, es la garantía final que el transantiago educacional se nos viene.

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