TVN, la tentación de la captura




El presidente de un partido importante de la coalición de gobierno se queja de que uno de los problemas es que no hay control sobre los contenidos de Televisión Nacional y en especial sobre la agenda del gobierno. En una columna publicada por este medio, un importante ex asesor de gobierno que tuvo a cargo el tema de la televisión plantea que la solución para el canal nacional es que tenga una parte de su financiamiento proveniente de las arcas del Estado a cambio de una " misión pública bien definida y sustentada por el Estado para garantizar su cumplimiento", frase en el borde del control de contenidos y por cierto, un asunto que no está en ninguna parte del programa de gobierno de la Presidenta Bachelet. ¿Será que vendrá de nuevo una oleada de ocupar TVN como aparato de propaganda de un gobierno determinado en vez de fortalecer el canal público?

La existencia de medios independientes del poder de turno, incluso de aquellos que son de propiedad pública, es parte de las garantías de control ciudadano sobre las decisiones de los gobiernos. Y muchas veces a los gobernantes les molesta ese grado de independencia. En eso se suelen parecer los de izquierda y derecha, como ha ocurrido actualmente donde Maduro, el presidente de Venezuela, y Donald Trump, el nuevo populista del hemisferio, coinciden en sus ataques a los medios y a culparlos de todo tipo de conspiraciones. Pasó también en su momento en la Argentina de los Kirchner, donde el gobierno se enfrascó en una serie de guerras contra medios de comunicación, ocupando incluso partidos de alta convocatoria a la misma hora que se transmitían programas de denuncia de corrupción. En estos tiempos, la posibilidad de tener un canal de televisión, para mostrar los hechos alternativos que le interesan al gobierno, disfrazado de una "misión pública bien definida", es muy tentadora.

El clima para apropiarse de TVN es el perfecto. En primer lugar, el canal público ha tenido dificultades en su gestión como nunca había ocurrido en su historia, lo que lo tiene en una posición financiera débil. Por otro lado, la industria de la televisión abierta se ha precarizado en otras cosas por la migración de los consumidores a otras plataformas de entretención. Los otros actores de la industria han innovado explorando multiplataformas y convergencia en materia medial, asunto donde TVN ha tenido retraso, entre otras cosas por su gobierno corporativo que no ha sido actualizado y por las restricciones que tiene de la propia ley, pensada para un escenario donde no era visible en su momento. La conjunción de factores hace tentador apropiarse de TVN y convertirla en un vehículo de transmisión de los mensajes de gobierno.

También está pendiente, entre los temas propuestos en el programa de gobierno, la existencia de un canal cultural. Pero quizá la propia evolución de la industria medial hace necesario revisar ese concepto, pues perfectamente puede ser en un formato OTT, como los que ocupa Netflix o Amazon. Un proyecto de este tipo, que podría ser una plataforma ideal para muchos realizadores de poder mostrar en pantalla sus obras, no puede convertirse en un caballo de Troya para el control del canal público.

No es en modo alguno el principio que estuvo en el programa de gobierno de la Presidenta Bachelet y han sido, en ese sentido, correctas las señales que ha dado la ministra actual de la Secretaría General de Gobierno de revisar el proyecto de capitalización de TVN.

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