El último año de nuestras vidas




Ayer, en Moscú, Chile comenzó su participación en la Copa Confederaciones. Lo hizo superando los contratiempos que las lesiones le presentaron e imponiéndose de manera justa al campeón de África, Camerún. Un debut en el que algunos de los puntales de la Generación Dorada volvieron a brillar: Medel, Isla, el mismo Vargas y, por encima de todo, Arturo Vidal.

Sobra decir que este grupo de futbolistas ya entró en la historia. Desde que clasificaron a la Copa del Mundo de Sudáfrica, en 2010, de la mano de Marcelo Bielsa, han coqueteado con la gloria. A los títulos de la Copa América y la Copa Centenario y a la clasificación a dos Mundiales seguidos -Sudáfrica y Brasil-, le han puesto la firma a una impronta futbolística que nunca antes Chile tuvo, más allá de la larga lista de marcas individuales que los seleccionados han cosechado tanto vistiendo la camiseta de la Roja como las que han conseguido por separado en cada uno de sus clubes.

Sin quererlo, tal vez, les han puesto piso a las futuras generaciones que la tendrán difícil en la meta de igualar lo que este grupo ha obtenido. Sin embargo, justo ahora comienza una etapa que será fundamental en el recuerdo final de esta generación. Los Vidal, los Sánchez, los Medel, inician lo que será probablemente el último año de su vida deportiva como generación; un año que, en el mejor de los casos, sorprenderá a este grupo en la misma tierra donde ayer derrotaron a Camerún, peleando por escribir la que debería ser la última página de su historia, la Copa del Mundo de Rusia.

Pero antes de que eso ocurra, la Generación Dorada -que apostó por sí misma y en grande cuando nadie parecía tan dispuesto a hacerlo- tiene otros desafíos en los que, con un poco de suerte y disciplina, puede acrecentar su leyenda, partiendo por lo más inmediato: la Copa Confederaciones.

Luego de la victoria ante Camerún, las posibilidades de que Chile siga en carrera están al alcance de la mano. El juego exhibido en el debut, más allá de algunas situaciones que Pizzi deberá corregir -sobre todo los errores no forzados en defensa-, permiten alentar esperanzas no sólo de una buena participación sino también de aspirar a ser protagonista en las instancias finales del torneo. ¿Quién podría creer, hace diez años, que podríamos plantear esto sin que sonara descabellado?

La otra tarea pendiente es la tercera clasificación consecutiva a una Copa del Mundo. Rusia 2018 es una meta que para la Generación Dorada es prioritaria. Es el escenario que han elegido para cerrar su ciclo, pero para eso hay que sortear los últimos partidos de las clasificatorias. Un tercer Mundial consecutivo es un hecho inédito en la historia del país. Y Chile está a cuatro partidos de conseguirlo.

Si la justicia existiera, la historia de la Generación Dorada debería tener un final feliz. Un broche a la altura de sus esfuerzos y sus expectativas. Si esta fuera una novela por partes o una trilogía, habría que decir que esta última entrega promete. Sobra decir que la viviremos con la ñata pegada al televisor o con las manos enredadas en la alambrada del estadio, con ese fervor con el que se viven aquellos momentos que uno sabe que demorará mucho tiempo en volver a vivir.

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