Un viaje inapropiado




El viaje del senador Pizarro al mundial de rugby en plena emergencia post terremoto en su región ha gatillado una serie de comentarios. Para algunos, lo del senador es impresentable debido a que su obligación era estar en la zona afectada. No sólo fue electo para legislar, sino que también para acompañar a sus representados en momentos particularmente críticos. Si bien la labor de un senador es distinta a la de un alcalde, lo correcto era estar ahí.

Para otros lo relevante es la capacidad de gestión del senador para contribuir al proceso de reconstrucción. Para eso no necesitaría estar en terreno. Un buen representante -dado su red de influencia- puede tomar decisiones sin hacerse presente en su zona. Basta que se coordine con los alcaldes, concejales, Cores y diputados, y que tenga el suficiente peso para incidir en el gobierno con el afán de acelerar el proceso de reconstrucción. La gracia de un representante está, precisamente, en que su despliegue legislativo y territorial no descansa sólo en su figura.

El tiempo como legislador le ha permitido construir redes políticas que expanden su influencia. Es mejor tener un representante con ese poder de decisión -aunque no esté físicamente en su zona- a otro representante que permanezca en la región, pero que no sea escuchado por las autoridades. Lo ideal sería que ese representante hiciera bien ambas cosas. Es decir, que fuese cercano a la ciudadanía y que además influyera en las decisiones del gobierno central.

Existe consenso en que el viaje de Pizarro es estéticamente indefendible. En un ambiente de desprecio hacia los políticos, lo del senador viene a confirmar tres cosas. Primero, que existen algunos privilegiados -con sueldos exuberantes que equivalen a casi 40 sueldos mínimos-  que en medio de la tormenta se dan el gusto de viajar mientras el resto sufre. Segundo, que este suceso le da la razón a quienes se quedan en casa para el día de las elecciones y que no quieren saber nada de política. El caso del senador siembra cólera ciudadana, e incluso fuertes críticas dentro de su propio partido. Tercero, que es necesario establecer un sistema de rendición de cuentas más exhaustivo. Es cierto que la prensa hace una valiosa labor para fiscalizar a nuestras autoridades, pero igual hace falta un estricto sistema de control formal dentro del Congreso.

Jorge Pizarro ha sido senador por la región de Coquimbo desde 2005. En esos comicios obtuvo más de 100 mil votos, alcanzando el 40.4%. En 2013 su votación disminuyó a cerca de 79 mil, equivalentes al 32.8%. Si en 2005 la distancia con su compañero de lista -Jorge Arrate- superó los 20 puntos, en 2013 sólo aventajó por poco más de 2 puntos a Adriana Muñoz. Pasó un gran susto. Si decide repostularse por su misma circunscripción, recién lo hará en noviembre de 2021, y dado que en Coquimbo se elegirán 3 senadores, el umbral para ser electo se reducirá significativamente. A mayor número de escaños a repartir, "más barato" es el cupo. Si Pizarro sigue descendiendo su votación, igual podría salir electo.

Es posible que para 2021 los electores de Coquimbo hayan olvidado el viaje del senador y valoren otros atributos. Eso depende de su capacidad para representar a los votantes de la zona. Por lo mismo, no es descartable que a pesar del viaje, Pizarro igual logre su re-elección. No siempre los votantes se dejan influir por hechos que para muchos podrían quedar como simples anécdotas. Un buen representante puede ser perdonado por sus electores incluso cuando los errores son de mayor magnitud. Si Ricardo Lagos tiene chances de ser el próximo Presidente de la República con el Transantiago de por medio, Pizarro perfectamente puede aspirar a la reelección a pesar de su desafortunado viaje.

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