Unidad en la adversidad




EL TRIUNFO del NO en aquel histórico 5 de octubre de 1988, abrió paso a la recuperación democrática por medios totalmente pacíficos. Con un lápiz y un papel los demócratas chilenos derrotaron a la dictadura más feroz de toda la historia de nuestra patria, lo hicimos gracias a la unidad de propósito de muchos hombres y mujeres que arriesgaron todo para tener un Chile más justo y mas democrático.

La victoria de los dos primeros presidentes elegidos democráticamente después de la dictadura, Patricio Aylwin Azócar y Eduardo Frei Ruiz -Tagle, también fue gestada por la convergencia entusiasta de la centroizquierda, la elección de Ricardo Lagos Escobar como Presidente de la República surgió de aquella misma vocación.

Un proceso que abrió las puertas a la elección de la primera presidenta de nuestra historia, Michelle Bachelet Jeria, que trajo a la mano iniciativas tan relevantes como el sistema de protección social y la reforma previsional que incorporó por primera vez un pilar solidario.

En cada uno de esos períodos aunamos criterios respetando nuestras diferencias. En 2013 recuperamos el gobierno con un programa de transformaciones acorde con los cambios y demandas sociales que Chile requería, lo cual hicimos desde una nueva alianza, la Nueva Mayoría.

El recorrido de esta alianza política, la más amplia desde el regreso a la democracia, no ha estado exenta de dificultades, sus miembros constituyen un amplio arcoíris que refleja los múltiples colores de los demócratas y progresistas de nuestro Chile, su fortaleza esta justamente en aquello.

Pero el país sigue y seguirá cambiando, vivimos un nuevo ciclo político, se profundiza el cambio cultural y la ciudadanía, cada día más informada y empoderada, exige a las instituciones y a los actores políticos estar a la altura de sus anhelos.

Y con toda razón, pues pese a los avances registrados en el actual y en los anteriores gobiernos de centroizquierda, persisten rezagos e inequidades sociales inexcusables, al mismo tiempo que emergen nuevos desafíos, nacionales y globales, que reclaman toda nuestra inteligencia política.

La porfiada desigualdad, los abusos que irritan, el modelo cultural individualista y, ciertamente, la pérdida de sintonía de prácticamente todas las elites con la sociedad producen sentimientos de desamparo, desprotección, desconfianza y descrédito de las instituciones.

Por eso, más allá de cálculos y pronósticos interesados sobre el fin de la actual coalición, desde el Partido Socialista trabajaremos para proyectar la convergencia política amplia y sólida del centro con la izquierda, cuya base de sustento sea una plataforma programática de cambios sociales acordes con los nuevos desafíos, como por ejemplo un nuevo sistema de pensiones cuyo eje central sea una vejez digna para nuestros adultos mayores.

Dar forma a ese país territorialmente equitativo, con derechos sociales garantizados, sin abusos, inclusivo y democrático, requiere de toda la capacidad que la centroizquierda chilena ha demostrado tener en el presente y en el pasado reciente.

Por ello, es que el retiro del expresidente Ricardo Lagos de la actual carrera presidencial no pone en riesgo la continuidad del bloque, pues esta convicción excede a cualquier candidatura. La reflexión va más allá de un candidato en particular, es una definición estratégica, es nuestra política de alianzas.

En el Partido Socialista estamos conscientes de la envergadura de la tarea descrita y tenemos la absoluta convicción y voluntad de trabajar en esa dirección, así lo haremos en el próximo período, pensando en Chile, en su gente, con los pies en el presente y con la mirada en el futuro, unidos en nuestra diversidad.

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