Los otros años fatales de la música popular

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Las pérdidas de David Bowie, Prince y Glenn Frey en solo cuatro meses configuran una de las temporadas más nefastas para el rock.


Cuando este año se acerque a su cierre y llegue el turno de preparar el obituario artístico, sólo los primeros cuatro meses resultarían más que suficientes. En ese breve lapso, la música popular ha enfrentado algunos de los golpes más trágicos de las últimas décadas y ha perdido no sólo a parte de los mayores creadores del reciente siglo, sino que también a un puñado de nombres que definieron capítulos esenciales del cancionero internacional.

De hecho, la web de E! publicó el pasado viernes un artículo titulado "¿Es ya este año el más triste en la historia de la música?", para luego rematar sus últimas líneas con una súplica: "Por favor 2016, ¿nos podrías dar un descanso?".

En lo concreto, 2016 se anotará como esa temporada que, sólo en sus inicios, vio partir a David Bowie y Prince. Por lo demás, sus decesos fueron tragedias que estallaron sin avisos previos, detonando esa sensibilidad única que provocan los dramas globales: un asombro que cruza sin distinción casi todo el planeta y un progresivo sentir de orfandad ante el adiós de héroes culturales. Una pesadumbre que se acentuó con los fallecimientos de Glenn Frey, cantante de los esenciales Eagles; Maurice White, hombre fuerte de Earth, Wind & Fire; Keith Emerson, tecladista de Emerson, Lake & Palmer; y George Martin, productor de The Beatles.

Aunque quizás es primera vez que una temporada tan fatídica sucede en un mundo hiperconectado que intensifica el lamento colectivo, antes hubo otros años también agitados por fallecimientos en cadena. La música popular siempre guardará a 1970 como el primer gran momento que vio desaparecer a superestrellas en la cima de su popularidad: mientras el 18 de septiembre se fue Jimi Hendrix, casi dos semanas más tarde, el 4 de octubre, fue el turno para Janis Joplin. 1971 tampoco fue distinto. Entre julio y octubre, los obituarios fueron para Jim Morrison, Louis Armstrong, Gene Vincent y Duane Allman, fundador de The Allman Brothers Band.

El decenio avanzó sin mayor lágrimas hasta 1977. Sólo en el segundo semestre, de agosto a octubre, se sucedieron las pérdidas de Elvis Presley, Marc Bolan (T.Rex), Bing Crosby y el accidente aéreo donde perdieron la vida tres miembros de Lynyrd Skynyrd.

En retrospectiva, 1980 es lo más cercano que existió a 2016. El fin de la temporada rozó el Apocalipsis: John Lennon era asesinado en Nueva York, en un remezón telúrico que se puede semejar a lo acontecido con Bowie y Prince. Además, nunca antes tanta tragedia había reorientado de manera brutal el destino de tantas bandas. Mientras la muerte de Bon Scott obligó a AC/DC a continuar con una nueva voz, el suicidio de Ian Curtis terminó con Joy Division y obligó a sus sobrevivientes a fundar New Order. Lo peor vino para Led Zeppelin: la pérdida del baterista John Bonham los llevó a su disolución definitiva.

Aunque desenlaces como los de Kurt Cobain o Michael Jackson siguieron tumbando a la música, no hubo otros períodos tan nefastos, aunque 1997 (Notorious B.I.G., Jeff Buckley, John Denver, Michael Hutchence) y 2001 (Joey Ramone, Perry Como, John Lee Hooker, George Harrison) igual se anotan entre esas épocas que ningún devoto de la música quiere testimoniar.

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