Paul Revere & The Raiders: el grupo redescubierto por la nueva cinta de Tarantino (y su conexión con Charles Manson)

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Paul Revere & The Raiders.

En Había una vez en Hollywood, el último éxito del director estadounidense, suenan tres canciones del conjunto, se muestran sus discos y se hace referencia a su estilo poco salvaje. Un conjunto con hits vibrantes, pero con una carrera irregular y que también se vinculó con la figura del asesino que conmovió a EE.UU.


Una historia real: en algunas de las mejores disquerías de Nueva York, aquellas atiborradas de vinilos de pared a pared y con pasillos estrechos donde el desplazamiento es sólo asunto de avezados, el cajón de las ofertas siempre guarda un espacio para el grupo Paul Revere & The Raiders.

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Ahí, entre discos a uno, dos o tres dólares, entre carátulas ajadas que apenas han tolerado el paso del tiempo y acetatos de grandes clásicos rockeros heridos por rayones criminales, el conjunto estadounidense se abre paso entre toda clase de baratijas, porque además es casi imposible pasarlos de largo. En casi todas sus carátulas lucen vestidos como antiguos soldados de la Guerra de Independencia Estadounidense, como si estuvieran en pleno siglo XVIII, con botas hasta casi la rodilla, trajes bien ceñidos, botones dorados, bayonetas y esos sombreros anchos conocidos como tricornios e inmortalizados por Napoléon Bonaparte.

Es como si la banda del club de los corazones solitarios del Sargento Pimienta -con esos uniformes similares vestidos por The Beatles en 1967- hubiera tenido una versión real.

Existe una alta posibilidad de que los álbumes de Paul Revere & The Raiders ahora vayan al alza y hasta puedan zafar del polvoriento rincón de las rebajas. En la última cinta de Quentin Tarantino, Había una vez en Hollywood (hoy un éxito en la cartelera chilena), las canciones de la singular agrupación suenan varias veces y son el gran telón de fondo de la trama que retrata al Hollywood de 1969 y los asesinatos de la familia Manson. Incluso aparecen sus discos, con esas mismas tapas sobrecargadas y barrocas, como una pequeña cuadrilla militar más lista para la trinchera que para el escenario.

De hecho, hay un diálogo que ilustra el lugar que ocupaba el grupo en la escena norteamericana. Cuando Sharon Tate (la fallecida actriz encarnada en la historia por Margot Robbie) ve a su amigo y ex pareja, el estilista Jay Sebring (Emile Hirsch), disfrutando una canción de los Riders, lo emplaza: "¿Qué pasa? ¿Tienes miedo de decirle a Jim Morrison que estabas bailando con Paul Revere & The Raiders? ¿No son lo suficientemente cool para ti?".

Estaba claro: la banda era apuntada como música para chicos sin onda, poco estilosos, nerds no demasiado adaptados al rock musculoso, testosterónico y glamoroso que escuchaban los círculos artísticos e intelectuales de esa época. Por lo demás, guardaban otro pecado mortal: eran muy populares y transversales, capaces de alcanzar a toda clase de público a través de la radio y la TV.

Incluso pegaron en 1966 con una suerte de himno antidrogas bautizado como Kicks, el que describe lo inútil que resultan los viajes en ácido cuando se quiere hallar una respuesta interior, el mero escapismo sin salida que, para ellos, representaba el LSD.

Una suerte de "tú no lo hagas" que decía así: "Chica, pensaste que encontraste la respuesta en esa alfombra mágica anoche/ Pero cuando te despiertas por la mañana, el mundo aún te pone nervioso/ Bueno, no hay nada que no hayas intentado/ para llenar el vacío dentro/ Pero cuando vuelvas a bajar, chica/ todavía no te sientes bien".

https://www.youtube.com/watch?v=84L7wRSg2Vk

En plena época en que los músicos exploraban y ensalzaban las posibilidades que abrían las sustancias alucinógenas –desde The Beatles hasta Jefferson Airplane-, el tema sonó anticuado y fuera de radar. Casi un sermón paterno antes que un empujón al desmadre.

Quizás por eso mismo, Paul Revere & The Raiders nunca han sonado con propiedad como representantes de esa era, siempre remitidos a un escalón secundario, eclipsados cuando se escudriña en un rock estadounidense de la segunda mitad de los 60 dominado por emblemas como The Doors, Creedence Clearwater Revival o Love.

Pero el destino, aunque sea cinco décadas después, ofrece victorias tardías. "Estoy muy agradecido y extremadamente honrado de que incluyeran tres de nuestros temas en la película. Soy un gran admirador de Tarantino, nos ha hecho sentir muy bien y he tenido llamadas de todas partes", dijo a principios de agosto a Billboard el cantante Mark Lindsay, uno de los sobrevivientes de la agrupación, en referencia a las canciones que aparecen en el filme –Good thing, Hungry y la primorosa Mr. Sun, Mr. Moon- y a la súbita resurrección de su carrera.

https://www.youtube.com/watch?v=piHhujQPwgs

Amigos y pioneros

El núcleo central del conjunto lo formaban el propio Lindsay y el tecladista Paul Revere Dick. Ambos se conocieron a fines de los 50, cuando Revere era dueño de varios restaurantes en la ciudad estadounidense de Caldwell y su futuro camarada trabajaba en una panadería. En un principio, la banda se llamó Downbeats, pero luego decidieron rebautizarla bajo una forma típica de esos años, un nombre extenso, en dos partes y que se sostenía en la figura de su líder: Paul Revere & The Raiders.

En 1961 obtuvieron un hit instrumental de moderado alcance, Like, long hair, pero con el triunfo vino casi de inmediato la incertidumbre. Revere debió abandonar sus funciones artísticas para partir al servicio militar. Lindsay no estaba dispuesto a abortar la misión y siguió con el proyecto, hasta que un año después su compañero se pudo reintegrar. ¿Habrá traído desde esa experiencia miliciana las vestimentas que la agrupación utilizaría en su época de mayor éxito? Es una teoría.

Al seguir juntos haciendo nueva música –casi toda de corte instrumental- ficharon por Columbia Records, transformándose en la primera banda rockera en unirse al sello. Cosas de esa época: hacia 1962 o 1963, previo al éxtasis planetario de la Beatlemanía, los ejecutivos de las grandes disqueras aún desconfiaban del alcance del rock and roll, observándolo como una moda efímera, fugaz y pasajera.

Por tanto, sus nuevas contrataciones eran conjuntos baratos y a quienes hacían grabar rápidamente algunas composiciones de fácil consumo antes que el fenómeno de las guitarras supuestamente se extinguiera. En este caso, en 1963 despacharon una versión para Louie Louie, también famosa por esos años en el cover de The Kingsmen.

https://www.youtube.com/watch?v=qiiDbB-Ur8c

En 1965, ya con el rock como el cancionero más popular del planeta, los Raiders inician su despegue, se mudan a Los Angeles y graban una seguidilla de éxitos –incluyendo los rescatados por Tarantino-, lo que los lleva a aparecer en televisión e incluso a musicalizar un capítulo de la serie Batman.

Aunque nadie se los tomaba tan en serio, su obra también reporta innovaciones técnicas: su hit Just like me (1965) fue una de las primeras canciones rockeras en presentar un solo de guitarra grabado en doble pista, o sea, con el sonido del instrumento registrado dos veces y sobrepuesto, lo que generaba un efecto mucho más robusto y estridente. No sólo los Fab Four podían hacer magia en el estudio.

https://culto.latercera.com/2019/08/21/canciones-perfectas-tarantino/

La conexión Manson

Parte relevante de sus composiciones estuvieron a cargo del productor Terry Melcher, no sólo una figura clave en su ascenso; también el hombre que de alguna forma los vinculó con Charles Manson. A fines de los 60, el vocalista Mark Lindsay vivía con Melcher en una mansión californiana ubicada en el número 10050 de la calle Cielo Drive.

A través de Dennis Wilson –integrante de The Beach Boys-, Melcher conoció a Manson, quien se obsesionó con la idea de que le produjera un par de temas y que lanzara su debut musical. El productor los escuchó, pero ante la precariedad de las cintas y la inestabilidad psicológica del personaje, prefirió desechar la propuesta.

Según algunos conocedores de la época, Manson enloqueció y planificó una venganza contra Melcher. Ordenó a parte de su clan que fuera a asesinarlo directamente a su casa. Eso sí, en agosto de 1969, el productor y el cantante de Paul Revere & The Raiders se habían mudado y ya no vivían ahí: la casa la ocupaban desde hace varios meses dos nuevos inquilinos, el director Roman Polanski y su esposa, la actriz Sharon Tate.

El desenlace ya es conocido. Los enviados de la secta acabaron con la vida de cinco personas, incluyendo a Tate, embarazada de ocho meses. Eso sí, en contraparte, quienes conocen la trama –incluyendo los miembros de The Raiders- han aclarado con los años que Manson sabía que Melcher, su supuesta víctima, ya no vivía ahí.

Como fuere, Hollywood, el verano del amor y la escena musical californiana cambiaron para siempre. Lindsay recordaba años después que junto a sus Raiders debió cancelar conciertos y moverse con guardaespaldas: el pánico era generalizado y todo había cambiado sin retorno. Como fuere, alcanzaron a pegar con un último éxito en 1971, Indian Reservation, donde reivindican al pueblo cheroqui. Se separaron cuatro años después, lo que llevó a sus cabecillas a dedicarse a otras labores, como hacer música de películas o jingles comerciales. Paul Revere, que hasta muy adulto siguió tocando como solista y vestido como soldado de hace 200 años, murió en 2014.

Con los años, el legado de Paul Revere & The Raiders fue revitalizado por bandas del punk y la new wave, atraídos por su sonido rudo pero edulcorado, algo urgente pero sin extraviar la melodía. De esa manera, se ganaron covers de Sex Pistols, Minor Threat, The Farm, David Bowie, Circle Jerks, Joan Jett y Pat Benatar.

James Hetfield, de Metallica, puso en 2013 la canción Indian reservation en su playlist de favoritos en Spotify. Por estos días, es el turno de Tarantino, el responsable de resucitar a una agrupación tan olvidada como singular.

https://open.spotify.com/playlist/37i9dQZF1DZ06evO1L4rwW

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