Los espectáculos frente a la pandemia: reinvéntate o muere

Los giros creativos son quizás la única salida en un mundo artístico aplastado por la incertidumbre.



El cine o la música en vivo, dos de las formas de entretención más millonarias de nuestra era, han debido resignarse en las últimas semanas ante una cronología macabra: por su naturaleza masiva, fueron los primeros en bajar el telón cuando la pandemia estalló y de seguro estarán entre los últimos en revivir cuando todo esto sea historia. Escaparon del naufragio antes que cualquiera, pero sólo saldrán a flote sobre el final.

En esa larga noche oscura que irá desde el “nos vemos pronto” hasta el “hemos vuelto” seguramente habrá heridas profundas y pérdidas colosales, sobre todo en los cientos de trabajadores anónimos que sostienen la industria y que hoy simplemente no tienen cómo ejecutar sus funciones.

Nadie posee la fórmula para hacer más llevadero este paréntesis, ni menos para hacerlo un poco más rentable, aunque en el último tiempo ha asomado algo de luz: el mundo de la entretención ha ingresado a una fase donde no queda más alternativa que darle una segunda vuelta al trabajo de siempre. Innovar, rebuscárselas, ingeniar novedades dentro de la nada, pizcas de originalidad sobre la incertidumbre, volverse tan activos como creativos.

Es muy posible que nadie se embolsará la misma plata que en esos anhelados días de normalidad. Tampoco llegarán a las audiencias multitudinarias de antaño (hace tres meses). Muchos intentos serán infructuosos y apenas estimulantes. Pero de seguro servirá para dar un poco de oxígeno financiero a los más golpeados, para probar que el área puede mostrarle los dientes a la adversidad y para recordar que la entretención sigue siendo un trozo importante de nuestro cotidiano.

El cantautor argentino Pedro Aznar ha hecho el trabajo duro y ya cuenta casi dos meses realizando presentaciones semanales desde su residencia, las que emite a través de Facebook. El sábado 23 de mayo decidió dar el giro: para ese día agendó un concierto vía streaming “ a la carta”, donde quienes compren las entradas pueden escoger las canciones que desean escuchar, dinero que irá en beneficio de su staff.

En los próximos días se anunciarán los primeros festivales chilenos “a distancia”, donde una banda completa se presentará en la soledad de un escenario capitalino, bajo las mismas condiciones de un concierto tradicional y con tickets que se comercializarán en la web.

El retorno de los autocines en algunos puntos de Santiago era una iniciativa atractiva que quedó pendiente, luego que las medidas sanitarias no permitieran su apertura. A cambio, cadenas como Cinépolis habilitaron un servicio de streaming donde se pueden arrendar directamente películas que estaban en cartelera cuando se cerraron las salas, sin membresías temporales como exigen Netflix o Amazon.

El teatro también ha debido sacudirse de sus normas y ha estrenado una serie de obras con los actores interactuando vía Zoom, como Mentes salvajes, con un elenco encabezado por Paulina Urrutia y Héctor Noguera, o Clase magistral, a cargo de Luis Gnecco y Amparo Noguera.

Los comediantes –de Jorge Alís a Javiera Contador- también han empezado a comercializar rutinas personalizadas por Zoom o a preparar shows virtuales que giran en torno a la cuarentena.

La televisión habita un universo más íntimo que le ha permitido resistir con algo más de calma, aunque el problema mayúsculo va por otro lado: sus series o telenovelas no han podido seguir con las grabaciones y muchas debieron salir del aire.

Como respuesta, por ejemplo, Mega echó a andar la serie Historias de cuarentena: un psicólogo (Francisco Melo) atiende por videoconferencia a pacientes cuyas vidas se han visto asfixiadas por el encierro. Fue registrada en tiempo récord, tiene sólidas actuaciones, diálogos atrapantes y guionistas escribiendo la historia casi sin margen de error, en paralelo a la vertiginosa contingencia nacional.

Los espectáculos han debido reconvertirse de modo abrupto, apelando a ese carácter creativo que es parte intrínseca de su genética. Y, por lo demás, con un enemigo interno, un Goliat que viene desde otra era: los shows caseros de hoy compiten con esas toneladas de nostalgia gratuita liberadas por internet, con conciertos disponibles del archivo de The Rolling Stones o Prince; los estrenos cinematográficos truncados de hace unas semanas tratan de ganar espacio entre la filmografía habilitada sin costo de gigantes como Alfred Hitchcock.

Ninguno de esos héroes del ayer enfrentó una pandemia brutal. Los de hoy, sí: es minuto de mostrar de qué están hechos.

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