De Valeria Sarmiento a Maite Alberdi: las batallas femeninas del cine

De izquierda a derecha, las cineastas Maite Alberdi, Tatiana Gaviola, Alicia Scherson, Claudia Huaiquimilla, Valeria Sarmiento.

En medio del Festival de Cine de Mujeres, que concluye mañana, cinco directoras cuentan sus experiencias en un oficio que muchas veces ha sido cuesta arriba.


Valeria Sarmiento

Con más de 20 películas entre cintas de ficción y documentales, Valeria Sarmiento (1948) es la cineasta chilena con más trayectoria y reconocimiento internacional.

La directora, radicada hace 46 años en Francia y viuda de Raúl Ruiz, es responsable de filmes como Amelia Lopes O’Neill (1990), Secretos (2008) y la reciente El libro negro (2018).

Sus primeros trabajos, sin embargo, fueron en la no ficción. “El documental es más accesible para las mujeres”, dice desde París.

Inicios. “Cuando comencé no fue fácil. Se presentaba un proyecto y en general lo rechazaban: no sabías por qué. Y ahí venía la inseguridad: es porque quizás no eras buena o porque tu proyecto no era válido. Después vienen las circunstancias sociales: si estás bien apoyada, si eres capaz de creer en ti. En mi época, todo fue cambiando poco a poco con el trabajo que hizo el movimiento feminista. Había que convencerse de que lo que decíamos las mujeres era diferente y válido. Una realizadora mexicana me decía: `Pudimos hacer películas gracias a las escuelas de cine. Si hubiéramos esperado al sindicato no habríamos hecho nada'”.

Emoción. “Creo que las mujeres tienen una sensibilidad diferente para mirar los mismos temas que un hombre. Un cambio de perspectiva. Puedo decir, de hecho, que las películas de las cineastas chilenas recientes son emocionantes, sensibles, finas. Me interesan más que las hechas por hombres”.

Maite Alberdi

Seleccionada en el Festival de Sundance 2020 con El agente topo (2019) y responsable de El salvavidas (2011) y La once (2014), entre otras obras, la documentalista nacida en 1983 es una de las cineastas jóvenes con mayor proyección internacional.

El nicho documental. “Tengo la impresión de que el medio documental es más equitativo y que hay más mujeres que en ficción. También es más inclusivo y al mismo tiempo se mueve un poco más al margen de la industria, con otras reglas. Cuesta menos entrar: hay grandes directores de documentales que vienen de otras áreas, que no estudiaron cine, que fueron aprendiendo el oficio en la realización, eso no ocurre tanto en la ficción. Pocos documentalistas estudiaron cine y son grandes cineastas”.

Revolución doméstica. “Desde que fui mamá, he notado barreras que no enfrentaba antes. Ser cineasta, implica viajar. Cada vez que voy a un festival de cine debo contestar a la pregunta de ‘¿Con quién dejaste tu hijo?’. ¿Los hombres tienen que responder a esa pregunta cuando están en un viaje de trabajo? Es una realidad que las mujeres somos las que tenemos que lidiar con la problemática de la organización del hogar. En cualquier oficio. Como ha dicho Virginie Despentes: ‘La revolución feminista de los años 70 no ha dado lugar a ninguna reorganización respecto al cuidado de los niños y tampoco del espacio doméstico’”.

Alicia Scherson

La directora nacida en 1974 se hizo conocida por su filme Play (2005), premiado en el Festival de Tribeca. Otras de sus cintas destacadas son El futuro (2013), basada en Una novelita lumpen de Roberto Bolaño, y Vida de familia (2017), co-dirigida con Cristián Jiménez.

Los 90. “Durante mis primeros diez años de cineasta no detecté discriminaciones directas por ser mujer. Es decir, no las vi en el momento en que sucedían. No fue hasta los últimos años en que, mirando en retrospectiva y en general, me di cuenta de que era evidente. Esa ceguera habla mucho de mi generación, la de los 90. De lo que yo llamo ‘la fantasía noventera’ de que todo estaba mejor de lo que era. Sin duda ahora puedo entender mejor qué pasó con tal o cual festival o distribuidora”.

Números. “Hay datos duros y ya no es secreto para nadie que el número de mujeres va disminuyendo radicalmente a medida que vas avanzando. Si en las escuelas tenemos un 50 por ciento de directoras, a la primera película ya son menos y así hasta las grandes ligas que son descaradamente masculinas”.

Miradas.”Existen tantas miradas como individuos, pero hay patrones y el dominante es uno: el hombre blanco. Por eso es necesario que las mujeres y otros grupos sub-representados hagan cine. Cuando existan iguales números podremos analizar si hay mirada femenina”.

Tatiana Gaviola

Tatiana Gaviola (1962) emergió a fines de los años 80 con Ángeles (1988) y luego realizó Mi último hombre (1996) y Teresa (2009). Actualmente trabaja en una cinta sobre Rodrigo Rojas de Negri y Carmen Gloria Quintana

Publicidad: “Yo partí haciendo documentales y publicidad al mismo tiempo. Donde sentí de lejos el peso del patriarcado fue en el mundo publicitario: me costó mucho entrar y creo que era la única mujer. Uno se enfrentaba a comentarios desde el tipo ‘Para qué contratamos a una mujer si hay tantos hombres’ a ‘¿Por qué no te dedicas a cuidar a tus hijos mejor?. También solían llamarme para comerciales de pañales, que no es lo que mejor sabía hacer. Y en el cine, me acuerdo haber tratado de entrar a una mina por un documental sobre el cobre y escuchar: ‘No se permite el ingreso de mujeres’”.

Discriminación: “Uno se encuentra con percepciones curiosas. Una cineasta chilena bastante progresista me decía una vez que nunca sintió discriminación de ningún tipo. Eso simplemente no lo entiendo. Es tan evidente. En todas partes. ¿Cuántas directoras han ganado un Oscar? Una: Kathryn Bigelow”.

Cambios: “En los 90, en Chile, tampoco éramos tantas. Quizás sólo Christine Lucas y yo. No es como ahora, donde hay muchas más cineastas mujeres, y bastante jóvenes por lo demás”.

Claudia Huaiquimilla

La cineasta de 33 años estudió Dirección audiovisual en la Universidad Católica y realizó Mala junta (2016), filme sobre un muchacho salido del Sename que entabla amistad con un chico mapuche. Ganó Mejor película chilena en el Festival de Cine de Valdivia 2017.

Maternidad: “Fui mamá al final del segundo año de mi carrera y nunca congelé nada. Fui hasta el final con todo. Mi situación era muy diferente al resto. Iba con mi cámara, mi trípode y mi guagua a todas partes. Lo normal era que las últimas tres horas de clase siempre las perdiera porque debía ir a buscar a mi hija a la sala cuna”.

Diferencias: “En mi caso, todo era más difícil: soy mapuche, no soy de Santiago, no tuve una educación secundaria de calidad, era mamá, nunca tuve cámaras ni nada por el estilo antes de estudiar en la Universidad Católica. En realidad el gran apoyo que sentía era porque justo las dos grandes egresadas de Dirección Audiovisual eran mujeres: Maite Alberdi y Dominga Sotomayor. Era como una especie de ejemplo y esperanza a la que aferrarse”.

Horarios: “Hice mi práctica profesional en la productora Fábula, pero la agenda era tan brutal, que me dije a mí misma: ‘Nunca más hago esto’. Rodar en la noche no es precisamente compatible con los hijos y por eso ahora escojo muy bien cada filmación en la que la me involucro”.

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