La estrechez de espacio ha sido un problema por décadas para el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) y el Museo de Arte Contemporáneo (MAC). Ubicados, respectivamente, en el ala oriente y poniente del Palacio de Bellas Artes, uno depende del Ministerio de las Culturas y el otro, de la Universidad de Chile.

Múltiples soluciones se han barajado a través de los años, y tres en las últimas semanas. Dos son traslados del MAC: a las instalaciones de TVN, que finalmente ocupará la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles, o al edificio central de Correos de Chile. La tercera es una propuesta del arquitecto Gonzalo Mardones que apoyan los empresarios Roberto Durán, Jorge Errázuriz y Pedro Buttazzoni. Con un costo de 30 millones de dólares, el proyecto consiste en una edificación soterrada de 7 mil m2, frente al Museo de Bellas Artes.

El MAC comparte espacio con el Museo de Bellas Artes. Foto: Patricio Fuentes.

El edificio considera estacionamientos, restoranes, cafeterías y un teatro concesionados. La ambiciosa intervención extendería la superficie peatonal hasta el río y la Estación Mapocho.

Según contó Mardones a La Tercera, el Presidente Sebastián Piñera “se interesó” por la idea, si bien la Universidad de Chile aclaró que no había encargado ese proyecto.

La crítica más maciza a la idea tiene formato de carta y la firman 40 académicos de la Facultad de Arquitectura de la U. de Chile. En lo medular, rechazan el proyecto porque “evidencia un modelo de gestión que afectaría al espacio público del Parque Forestal concesionándolo a privados”, cuando se trata de “uno de los espacios urbanos más emblemáticos de la ciudad y de nuestro país”.

Entre los firmantes hay arquitectos como Jorge Iglesis, Claudio Navarrete, Christian Yutronic y Tomás Villalón, especialistas en patrimonio y urbanismo.

Uno de ellos es Rodrigo Chauriye, autor del Museo Ferroviario de Temuco y de la restauración de la Casa Central de la U. de Chile.

“Cualquier intervención de esta envergadura que se haga en un espacio público como el Parque Forestal tiene que ser llamada por concurso público y, antes, tiene que haber una consulta pública, con los vecinos. No es posible que aparezca un proyecto inconsulto ‘expropiando’ una superficie importante, botando una cantidad relevante de árboles centenarios en uno de los parques más concurridos y más exitosos de Santiago”, dice el arquitecto.

¿Cuán inconsulto es, si Gonzalo Mardones dijo que le presentó el proyecto al Presidente Piñera y al rector de la U. de Chile?

El rector fue el primer destinatario de nuestra carta, y nos hizo ver que fue llamado a una reunión por el ministro de Obras Públicas y que haber asistido no implica estar de acuerdo con el proyecto ni con ceder el MAC. Aquí se está tratando de sumar a la Universidad de Chile porque es la única forma que ven de poder darle interés público a un proyecto privado.

Gonzalo Mardones indicó que su proyecto duplicaba los árboles. ¿No cree que sea suficiente?

Lo que creo es que pensar en este tipo de cosas puntuales es una trampa para justificar el proyecto. No es lo mismo un parque que tiene un sustrato de suelo libre donde yo puedo tener árboles con raíces de cinco metros de profundidad, que una plataforma de hormigón donde con suerte puedo plantar césped. No se puede construir edificios en los parques; no es correcto. Chile es uno de los países con menos metros cuadrados de áreas verdes públicas por persona, y esto resta áreas verdes. Con esto van a aparecer rejas, guardias, vallas papales, tal como en el Centro Cultural La Moneda. Este modelo privatiza el espacio público para sacar un rendimiento privado. Aquí hay un negocio detrás, y no hay que ocultarlo.

Hay que retroceder 110 años, hasta la inauguración del Palacio de Bellas Artes, para entender por qué conviven allí el MNBA y el MAC. Un poco antes, en realidad, porque Emile Jéquier lo diseñó tras ganar un concurso público para crear un “edificio siamés”. “Así se concibe, y se le entrega a la Universidad de Chile la responsabilidad de formar a los nuevos artistas que necesitaba la República, por eso se instala allí la Escuela de Bellas Artes y, posteriormente, en 1974, el MAC”, aclara Chauriye.

“Uno tendría que preguntarse por qué aparece este ‘oportunismo urbano’ de intentar descuajar el MAC. Me parece una señal más de escindir la Universidad de Chile del resto del Estado. Desde los años 70, el Estado ha venido abandonando las instituciones culturales, y frente a a la política de sálvense como puedan, aparecen oportunistas. Nos oponemos a extirpar al MAC de este magnífico edificio centenario”.

Pero en todas las negociaciones ha aparecido el traslado del MAC.

Sí, así ha sido, y sería un error histórico. La Universidad de Chile tiene un acervo importante de bienes patrimoniales e inmobiliarios; tiene más de 700 mil m2 construidos. Si necesita “hacer caja” para una nueva sede de su museo o remodelar la existente, no tiene por qué deshacerse de su edificio patrimonial más valioso.