Recién poco antes de las nueve de la noche, el público que llegó hasta el Estadio Monumental comenzó a palpitar el espectáculo Gracias Totales. Como antaño, los tímidos “olé, olé, oleee, Sodaaa, Sodaa”, anticiparon la noche en que Chile se reencontró con la leyenda del grupo argentino, esta vez en el formato de una gira tributo con invitados que en modo de video pregrabado se sumaban a los anfitriones, Zeta Bosio y Charly Alberti.

La gira llegó a Chile en un momento de reactivación. Originalmente arrancó en el Campín de Bogotá en febrero de 2020 pero tras la pausa larga de la pandemia se retomó en diciembre del año pasado en Buenos Aires. Luego vinieron pasos por México, Estados Unidos y República Dominicana, antes de llegar a Chile; un lugar inscrito en la historia del grupo, como el que propulsó su popularidad en el subcontinente, además del sabido vínculo personal del fallecido Gustavo Cerati.

Pero no faltaron las dificultades. Como en otros shows de la semana anterior, el ingreso a los diferentes accesos resultó caótico, con largas filas y mucha gente preguntando por dónde debían ingresar. De su lado, la organización mantuvo asistentes en las puertas, los que orientaban a los confundidos respecto al lugar al que debían ingresar de acuerdo a su ubicación. Pero aún pasadas las nueve de la noche había gente ingresando al recinto.

Por ello, el show arrancó con casi media hora de retraso. Un vídeo de introducción recordó al público los años de gloria de la banda, con un compilado de imágenes de momentos en giras y hoteles. Enseguida el público deliró al ver en pantalla a Gustavo Cerati tocando en video desde la eternidad, junto a sus compañeros en cuerpo presente, la inmortal Sobredosis de TV, uno de los primeros temas de la banda. Desde entonces, el Monumental fue un karaoke.

No tener a Cerati en cuerpo y sangre, y tocar los hits de Soda, era un desafío difícil de sortear. Una selección de invitados que alternaban entre quienes participaron de la leyenda y otros que se sumaron por admiración, se turnaron para ocupar su lugar en un experimento desafiante, pero que en principio funcionó sin sobresaltos, con una impecable banda en escena que sumó al histórico tecladista Fabian Von Quinteiro, Roly Ureta y Simón Bosio, el hijo de Zeta.

Así, entre otros, pasaron Richard Coleman, histórico colaborador de la banda, cantando Hombre al agua en el mismo escenario, incluso con inflexiones muy parecidas a las de Cerati. En video, con estética cercana al videoclip, estuvieron entre otros León Larregui, de los mexicanos Zoé, cantando Disco Eterno, así como Andrea Echeverri, la voz de Aterciopelados, quien cantó Pasos, acaso como guiño a su participación en el legendario show Plugged para MTV.

Un momento notable fue el guiño a la fanaticada local. De los chilenos incorporados al show, el primero en aparecer fue Álvaro Henríquez. “Es un tipo que admiramos mucho, tiene una voz superdotada”, nos explicó en la previa Zeta Bosio al momento de justificar su inclusión.

A diferencia de los shows en el extranjero, en la noche del Monumental, Henríquez salió a escena bajo los aplausos del respetable que bajaron desde las tribunas. Con su habitual aplomo en escena, el líder de Los Tres cantó El Rito, en una interpretación que logró sazonar con su sello. Al penquista le siguió en escena Rubén Albarrán, la característica voz de Café Tacvba, quien se hizo cargo de Lo que sangra, con una poderosa y emotiva interpretación.

Fallas en el escenario

Pero en la conexión entre cuerpo y tecnología, no todo sale bien. Cuando se reprodujo la pista en video de Julieta Venegas, con una sobria interpretación de Signos, esta fue interrumpida por una falla técnica que obligó a detener el show por completo ante el estupor y las pullas del público. Se retomó poco menos de diez minutos después “Perdón, pero son cosas que pasan, los amamos, vamos a seguir”, explicó Charly Alberti. Intentaron seguir con Juegos de Seducción en una atronadora versión cantada por el argentino Walas, la voz de Massacre, pero nuevamente una falla obligó a detener el show. La gente, de forma espontánea, siguió cantando la canción por su lado. Incluso, como si no se resignaran, parte del público siguió con parte de Persiana Americana y De música ligera para amenizar la espera .

Casi diez minutos después salió nuevamente Alberti a escena, para volver a disculparse con el respetable. Allí se lanzaron, de nuevo, con Juegos de Seducción, pero ahí ocurrió lo impensado; por tercera vez una falla técnica obligó a detener el concierto.

La pausa

Minutos después, Andrés Varnava, gerente de Producción, subió a escena para pedir disculpas y explicar que trabajaban en identificar la falla. Le siguieron Alberti y Bosio. “Esto nos supera a nosotros, supera a la parte técnica local, vamos a intentarlo”, dijeron, visiblemente contrariados. El show se retomó a las 22.45 con la versión de Zoom interpretada por Benito, el hijo de Gustavo Cerati, como si el influjo de la sangre ayudara a superar el momento amargo.

Por ello, cuando el propio Cerati reapareció en video cantando La ciudad de la furia, más apropiada que nunca, el público acabó por reengancharse y disfrutar el show. Allí volvieron los “Olé, olé, ole”. Desde ese momento, el concierto siguió como se proyectó.

Otro momento para los aplausos fue la participación de Mon Laferte. La cantante, en versión de video pregrabado, fue recibida bajo los aplausos del respetable que siguió su poderosa versión de Un millón de años luz, cantada con su habitual potencia y estilo. Hubo tiempo para palabras finales de Alberti y Bosio “Gracias eternas por el amor que nos dieron”, dijeron en plan despedida para una historia que se cerró con dificultades. Hacia el final el inglés Chris Martin cantó De música ligera, en un español a tropezones, pero comprensible, ante un público inmerso en la experiencia. Ahí, pese a las barreras del idioma quedó claro por qué la música de Soda Stereo sigue vigente. Y lo seguirá por mucho tiempo más.

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