Cuando Neruda le cantó a la nieve y al invierno

En 1974, apareció el Libro de las preguntas, donde el Premio Nobel de Literatura 1971 escribió una serie de versos en clave de interrogantes. Ahí incluyó un sentido verso sobre la nieve. Sobre el invierno, publicó dos poemas en sus Odas elementales.


Le hizo poemas a Valparaíso, a las maestranzas de noche, al mar, al vino, al caldillo de congrio, aunque también a elementos menos tangibles, como al tiempo, a la tristeza, y al pasado de América Latina, en el épico Canto general. Lo cierto es que todo eso formaba parte de la inquietud de Pablo Neruda por poner en versos aquello que formaba parte de su universo, siempre en expansión.

Cuando la nieve cae en nuestro país, es bueno recordar que Neruda también le hizo un poema a la nieve. En 1974, un año después de su fallecimiento, apareció en Buenos Aires el Libro de las preguntas, a través de Editorial Losada, la misma casa que lo había publicado anteriormente allende Los Andes.

Pablo Neruda, por Luis Poirot.

En sus páginas, el vate publicó una serie de poemas, que en clave de preguntas encadenaba una serie de versos con un aire bastante surrealista, casi recordando a sus primeros años. Así, por ejemplo, se preguntaba: “¿Cómo conocieron las uvas la propaganda del racimo?”, “¿Han contado el oro que tiene el territorio del maíz?”, “¿Sabes que es verde la neblina a mediodía, en Patagonia?”, “¿Es verdad que el ámbar contiene las lágrimas de las sirenas?”.

Entre ellos, específicamente en el canto XXV, Neruda también se preguntaba sobre la nieve: “¿Por qué para esperar la nieve se ha desvestido la arboleda? / ¿Y cómo saber cual es Diosentre los Dioses de Calcuta? / ¿Por qué viven tan harapientos todos los gusanos de seda?”.

No fue la única vez en que el parralino le hizo versos al invierno. También apreció un poema en el clásico Odas elementales (1954), titulado Oda al invierno, donde en su particular aire campechano, escribió: “Invierno, hay algo / entre nosotros / cerros bajo la lluvia / galopes / en el viento / ventanas / donde se acumuló tu vestidura / tu camisa de fierro / tu pantalón mojado / tu cinturón de cuero transparente”.

En el mismo libro también escribió la Oda a la lluvia: “Volvió la lluvia / No volvió del cielo / o del oeste / Ha vuelto de mi infancia / Se abrió la noche, un trueno / la conmovió , el sonido / barrió las soledades / y entonces / llegó la lluvia / regresó la lluvia”.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.