El Greco: 400 años de reinvención y triunfo

<P><span style="text-transform:uppercase">[aniversario]</span> En el IV centenario de su muerte, el Museo del Prado muestra cómo el pintor cretense pasó del olvido a influir en las vanguardias: desde Cézanne y Manet a Picasso y Pollock. </P>




Tuvieron que pasar tres siglos para que el genio de Domenikos Theotokopoulos cobrara la importancia que merecía. Mientras estuvo vivo, el pintor que tomó el seudónimo del Greco, fue considerado una figura extravagante, tachado incluso de loco. A sus contemporáneos les llamaba la atención que hubiese preferido dejar de imitar a Tiziano, como lo hizo en su obra temprana, para embarcarse en un estilo que se caracterizó por sus colores audaces, personajes temblorosamente estilizados y un dibujo cada vez más alejado a la realidad. El historiador Antonio Palomino, autor del mayor tratado de pintura en el 1800, calificó su trabajo de "ridículo y despreciable", sepultándolo en el foso de los artistas que pasarían al olvido.

Así ocurrió. Tras su muerte en 1614, la obra del Greco, compuesta sobre todo por retablos religiosos, cuadros de devoción y retratos, desapareció de escena. Recién a fines del siglo XIX su pintura tuvo un inesperado reconocimiento, a partir del interés mostrado por las vanguardias.

No fue moda de unos pocos. Desde los impresionistas como Cézanne y Manet, pasando por los cubistas como Picasso y los checos Emil Filla y Procházka, los expresionistas alemanes Beckmann y Hofer, los austriacos Schiele y Kokoschka, hasta los muralistas mexicanos Diego Rivera y Orozco, todos se vieron de pronto fascinados por la obra visionaria del Greco.

Hoy, en el IV centenario de su muerte, España celebra la figura del pintor con una serie de actividades extendidas por varias ciudades, sobre todo en Toledo, donde el Greco pasó gran parte de su vida. El Museo del Prado desarrolla por estos días una de las muestras más interesantes: por primera vez analiza de forma integral su huella en la pintura moderna a través de 106 obras, que incluye cuadros del Greco y sus herederos: Cézanne, Manet, Modigliani, Chagall, Picasso, Kokoshka, Beckman, Bacon, Rivera, Pollock y Giacometti. "El Greco fue muy distinto a los artistas de su época. Llo que impresionó a estos pintores fue la plasticidad y la tensión expresiva de sus figuras, el tratamiento fragmentado del espacio y el sentido de la luz interior", explica Javier Barón a La Tercera, curador de la muestra en el Museo del Prado, donde participan instituciones como el Museo Metropolitan de Nueva York, , el Centro Pompidou de París, el Museo Reina Sofía y el Kunstsammlung de Düsseldorf.

No se trata sólo de los lienzos a la vista, la exposición también hace hincapié en la serie de publicaciones que favorecieron la reinvención y difusión del Greco. Partiendo por historiadores como Manuel Bartolomé Cossío, quien en 1901 realizó el primer catálogo razonado que distinguía las dos etapas del pintor, la italiana y española, hasta otros especialistas como August Mayer y Julius Meier-Graefe, quienes ayudaron a releer su obra como precursora del arte moderno.

Los impresionistas como Cézanne valoraron el colorido y luminosidad de sus telas. Picasso se influenció en su período azul con cuadros como Evocación. El entierro de Casagemas, en el que se ve el rastro de El entierro del señor de Orgaz del cretense. Modigliani hizo su propia versión de un cuadro del Greco en el retrato de su amigo Paul Alexandre, y Cézanne de La dama del armiño, pintada en 1579.

Los españoles fueron los primeros que se reencantaron con sus obras, como Sorrolla y Zuloaga. Incluso hubo un movimiento, el orfismo, derivado del cubismo, que tuvo gran influencia del Greco. Así lo prueba el cuadro Gitano de Delaunay, inspirado en el San Sebastián del pintor cretense.

Chagall, por su lado, toma la composición de su cuadro La Anunciación para pintar su lienzo Visión. Y en América, artistas como el chileno Roberto Matta miraron también la obra del cretense, en su caso, para pinturas como Morfologías psicológicas, en la que la emoción logra atravesar la tela.

En ese sentido, incluso artistas posteriores a la II Guerra Mundial, como Bacon, Giacometti y Antonio Saura, vieron en el Greco la angustia expresiva que necesitaban para reflejar en sus obras el crudo contexto histórico.

Nacido en Grecia, pero formado en Italia, bajo el influjo de Tiziano y Miguel Angel, el Greco emigró a Toledo en 1577, donde vivió 37 años. Fue allí donde su estilo se volvió dramático y original: intensificó los elementos irreales como las cabezas pequeñas sobre cuerpos cada vez más alargados, la luz estridente, los espacios pequeños y añadió más y más figuras a la tela. Fallecido a los 73 años, el Greco siempre se enorgulleció de haber evitado las imitaciones a pesar de no tener el favor de los críticos de su época. No imaginaba que tres siglos después sería él, objeto de admiración.

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